Basilio Bachi Núñez sabe que su locuacidad la da un notable protagonismo mediático. Por eso se monta a todas las discusiones ostentando una lengua filosa. Solo que, a veces, sus apasionadas declaraciones rayan lo ridículo.
Sostuvo, por ejemplo, que la deuda de Itaipú se acumuló por culpa de los opositores. Llegó a sostener que Domingo Laíno era cómplice en la cesión de derechos paraguayos a pesar de que tal cosa había ocurrido décadas antes de que el político liberal fuera consejero de la entidad. Para Bachi, los colorados no tuvieron nada que ver. Al contrario, resaltó que la auditoría de las deudas “se hizo en un gobierno colorado con un contralor colorado”. Aunque eso no sea cierto, pues la investigación se inició durante el gobierno de Lugo, nadie se sorprendió que lo dijera, dado el invencible sesgo partidario de sus opiniones.
Pero no se detuvo allí. Saltó en defensa del gobernador de Central, Hugo Javier González, acusado de “hacer vito” varios millones de dólares en el patio de unas turbias ONG. Que apoye al correligionario en problemas, vaya y pase. Pero que diga que le preocupa “la justicia selectiva” es demasiado. El Ministerio Público recién se empezó a mover dos meses después de que aparecieran las primeras denuncias. Mientras su investigación avanza al ritmo de una tortuga artrítica, la sospecha popular apunta a que la Fiscalía hará todo lo posible por encubrirlo.
Supongo que Bachi se habrá arrepentido de haber mentado a la “justicia selectiva”, puesto que dio pie a que la prensa malévola le recuerde que justamente él es un beneficiado paradigmático de la indolencia del Ministerio Público. Hace años que tiene dormido el expediente sobre la admirable construcción de su fortuna. Es que a Bachi todo le fue mejor desde que descubrió que la política era mucho más rentable que la neurocirugía.
El diputado no es un colorado extremista; en realidad es un cartista fanático. Su presente y su futuro dependen de su buena relación con ese polo del poder paraguayo que atiende en la avenida España. Por eso es interesante prestar atención a lo que piensa sobre las alianzas.
Sí, porque Bachi, a diferencia de la mayoría de los colorados, no se cierra a la posibilidad de unirse a otros partidos de cara a una contienda electoral. Sostuvo que, por una cuestión de afinidad ideológica, el Partido Colorado es compatible con la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace), con el sector llanista del PLRA y con Patria Querida, mientras que “entre los incompatibles” está el Frente Guasu. Lo del casi extinto Unace, es lógico. Los oviedistas siempre fueron unos colorados tan ultraderechistas que lograron sentirse incómodos en la derechosa ANR. Lo de los llanistas también. Son liberales cartistas, fieles a la tradición caníbal de ese partido.
Queda Patria Querida, al cual algunos señalan como “satélite del cartismo”.
Bachi confiesa que entre ambos partidos hay “compatibilidad ideológica y una hoja de ruta similar”. Destacó que en la Cámara de Diputados la coincidencia es tal que solo excepcionalmente difieren en el sentido del voto.
Supongo que a los del Unace la apreciación del diputado no les molesta; que los llanistas ya están acostumbrados y que a los de Patria Querida les caerá muy mal. Serán sus posicionamientos futuros los que definirán su grado de sintonía con el cartismo.
En verdad, las diferencias solo en parte son ideológicas. ¿Alguien sabe cuál es la ideología de la ANR? Hay componentes más difusos, que tienen que ver con el conservadurismo religioso y de clase, con la hipocresía y el oportunismo y con la cercanía al inmenso poder económico de Cartes.
Las nuevas fronteras ideológicas son confusas porque no son solo ideológicas. Por suerte, hay gente como Bachi que habla con sinceridad y ayuda a poner las cosas en claro.
