Un hombre fue condenado a 24 años de cárcel tras ser encontrado culpable de degollar a su ex concubina y su hijastra. La sentencia fue dictada en forma unánime por los magistrados, luego de varios días de juicio oral.
El condenado es Aníbal Ortega, quien fue hallado culpable de matar a su ex concubina Fermina Román Paraná y su hijastra Liz Paola, de apenas 3 años.
El tribunal de Sentencia, encabezado por la jueza Mesalina Fernández e integrado por sus colegas Héctor Capurro y María Esther Fleitas, por unanimidad, halló culpable del doble crimen al acusado.
La jueza dijo que, a pesar de que la defensa sostuvo que el hombre era inocente, en la petición final, el propio acusado señaló: “Aipotá ojekua la verdad. Ndajukareiri (Quiero que se sepa la verdad. No las maté sin razón)”.
El hecho se registró el 30 de diciembre de 2008, en el barrio Virgen del Rosario de Tobatí, en el departamento de Cordillera.
Las dos víctimas fueron prácticamente decapitadas con un filoso puñal, según declararon en el juicio tanto el médico forense como los expertos de Criminalística.
La fiscala Rilsi Ortiz, de Cordillera, requirió la máxima pena, teniendo en cuenta la gravedad de los hechos investigados. La defensa había sostenido la inocencia del acusado. Los jueces entendieron que se justificó plenamente la culpabilidad del acusado, debido a que se probó la autoría de los hechos.
La declaración del testigo presencial fue fundamental para el fallo. El mismo dijo que tanto Ortega y Fermina Paraná discutían, por lo que le pidió que llevara a su hija al almacén.
El testigo señaló que al regresar del comercio, seguía la pelea, pero vio cuando el acusado degolló a la mujer. Después, se dirigió a él y le dijo que bajara a la niña o le mataría. Este dejó a la nena y escapó, totalmente asustado.
Se probó con su declaración que el acusado también mató a la niña. Policías, por su parte, declararon que el acusado dijo en la comisaría que mató a la nena para que no sufriera por la falta de su madre.
El tribunal determinó que se trató de un doble homicidio doloso agravado con alevosía cometido por el mero placer de matar.