Es esta una responsabilidad de todos los cristianos. Cada uno ha de estar atento siempre ante el bien de los demás, y especialmente de aquellos que, por diferentes razones, el Señor nos ha encomendado. San Juan nos dejó este resumen de lo que debe ser nuestra vida: En esto hemos conocido el amor, en que Él dio su vida por nosotros, y debemos dar la nuestra por nuestros hermanos. Este entregar la vida por los demás ha de ser día a día, en medio del trabajo, en el hogar, con los amigos, con los que nos relacionamos.
El Papa, a propósito del Evangelio de hoy, dijo: “Sabemos que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado; que está vivo entre nosotros y que tiene una finalidad: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, libertad en el amor. Y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del Espíritu Santo. Todos tenemos el Espíritu Santo que recibimos en el bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el camino hacia el Reino de Dios. Este Espíritu es la potencia del amor que ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos los constructores de paz. Donde hay un hombre y una mujer constructor de paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda”.
(Frases de http://www.homiletica.org y https://es.catholic.net)