Con el tiempo las Fuerzas Armadas se pareció más a una agencia de empleos que a unas fuerzas de defensa.
La culpa finalmente no fue de quienes la comandaron sino del “sistema” que las dejó abandonada a su suerte, en su misérrima expresión. No se modificaron sus programas de enseñanza, ni se revisó su doctrina. Se las sumergió en una larga siesta con un conservadurismo exasperante. La disciplina social tampoco iba de contramano. Ya lo decía el coronel Arturo Bray en su obra Armas y Letras: “No se puede pretender que la moral se levante incólume en los cuarteles, mientras esta naufraga en todos los aspectos de la vida colectiva”.
Esa crisis de liderazgo produjo asimismo el surgimiento de otros líderes militares que con visión de futuro auparon a jóvenes oficiales para emprender nuevos desafíos académicos a fin de comprender futuros escenarios y nuevas hipótesis de conflicto.
A instituciones como las Fuerzas Armadas se las modifica únicamente con base en las siguientes circunstancias: a) En tiempos de crisis, conflictos o de guerra; y b) Por presión externa, desde afuera. Nunca se modifican solas, por el propio carácter vertical de su milenaria esencia. Y es solo en el conflicto, donde se observa el nivel del comando mediante el “rendimiento bajo presión”, rendimiento que precisa de un determinado carácter personal para el ejercicio de la autoridad, y el mando que deriva del conocimiento.
Cuando el primer ministro inglés Winston Churchill viajó a París en mayo de 1940, a fin de coordinar las acciones de defensa con Francia ante el avance alemán durante la II Guerra Mundial, se reunió con el primer ministro francés Reynaud, el ministro de Defensa Daladier y el general Gamelin. Ante su pregunta ¿dónde estaban las reservas? ¿Dónde está la masa de maniobra? Gamelin respondió: “Ya no existen”. Churchill, que tenía formación militar, comprendió de antemano el resultado de la batalla.
Dicho esto, pido al amable lector que imagine el siguiente escenario: La cuarentena como masa de maniobra y el fortalecimiento del sistema de salud pública como reserva estratégica. Defensas sin reserva, derrota segura.
De aquellos días de crisis viene el doctor Julio Mazzoleni, quien como médico militar llegó hasta el grado de capitán de corbeta de la Armada Paraguaya. Vio el ataque pandémico en curso mucho antes que otros órganos burócratas del Estado, y ante las carencias del sistema de salud pública formuló su estrategia de defensa con apoyo del presidente de la República.
Seamos pues como sociedad, masa de maniobra. Ayude a fortalecer nuestra reserva estratégica conformada por el personal médico y de blanco. Salvo alguna necesidad imperiosa, quédese en su casa. Se trata de su vida o su muerte. ¿Usted sabe cómo terminó la defensa francesa en aquella ocasión? Le cuento, fue devastada.
Felices Pascuas de Resurrección para todos.
(*) Abogado, consultor
“Detecta un ataque en curso, mucho antes que otros órganos burócratas del Estado”.