La precariedad es la verdadera causa y la conciencia de ella, el combustible que acaba con los mejores sueños. Ni el socialismo del PT –que hasta ahora afirma que sacaron a 30 millones de la pobres con una “clase media” con ingresos de un millón doscientos mil mensuales– ni la gobernabilidad chilena de derecha e izquierda por muchos años –que a unos puntos estaba por ingresar entre los países desarrollados– han podido con la realidad. En ambos lados a la gente no le alcanzaba para vivir dignamente y solo esperaba un mínimo pretexto para estallar. Eso pasa cuando decimos que la macro economía anda bien pero el bolsillo de la gente no lo siente o cuando la política está divorciada de la realidad.
A esta mentira de la “clase media”, que apenas araña para sobrevivir, hay que sumarle corrupción gubernamental y privada con un criminal gasto público, que insiste en llenar de privilegios al funcionariado para concluir con asombro preguntándonos –cómo la primera dama chilena– “de donde salieron todos estos alienígenas”. Están a tu lado, caminan contigo, están en el servicio de tu casa o en el caso nuestro hacen la mitad de la población de Asunción y viven en la marginalidad de cualquier ciudad o pueblo paraguayo con población mayor de 5 mil habitantes. A los que no creen en los “alienígenas” les invito a dar un paseo por el barrio Santa Ana a pocas cuadras de la casa donde vivía el presidente de la República. ¿Cuántos conocen ese lugar? Les aseguro que menos de 1 de 10 asuncenos que viven en sitios mas altos y menos precarios que ellos. Hay que realizar por ahí un tour de administradores públicos para entender de donde podría salir la furia que incendiará Asunción. Esa gente vive en situaciones precarias y marginales desde hace mucho tiempo cuando la expansión de la frontera agrícola los empujó a vivir en las riberas.
Están ahí, suben a trabajar pero resultan invisibles para todos. Nadie hace políticas públicas para ellos, como para personas que viven en situación similar. No hay gobierno que se anime a aplicar un 10% de impuesto a las ganancias de la soja reales para colocar dichos recursos en estos segmentos de la población. No pregunten después de donde salen los “alienígenas”.
Es tiempo de aprender y de aplicar nuestras experiencias y las ajenas. Chile no hizo la tarea. Con 22 mil dólares de ingreso per cápita anual tiene una educación pública de menor calidad que la privada, la jubilación miserable de 300 dólares mensuales no alcanza y la salud es igualmente muy mala para los que no tienen como pagarla en el privado. Es una vergüenza para gobiernos de izquierda y de derecha que se turnan desde hace casi 30 años en el poder. Nosotros, con el partido de “hombres libres” y “agrarista” tampoco nos va bien, solo que aquí nadie tiene conciencia del tamaño de la situación y eso los ayuda a seguir en el poder.
Es tan grande nuestra zona de confort que caben igual ricos y pobres, la educación no nos da conciencia del problema y la gente se acostumbró a no tener jubilación ni salud. Cuando se despierten, la cosa estará brava y todos se preguntarán donde se incubó la serpiente. La inequidad, la corrupción y los privilegios son absolutamente contrarios al sostenimiento de la democracia. Son las termitas que acaba con el edificio y una chispa acabará con quemarlo. Evitemos el incendio, entremos en razón y hagamos la tarea de reducir pobreza, inequidad e injusticia. No hay de otra.