Los doctrinarios o estudiosos del Derecho no abundan y los magistrados perezosos o coludidos solicitan a las partes que les acerquen el escrito final que favorezca a sus clientes. En este ambiente decadente es lógico que los chicaneros encuentren el territorio fértil para crecer y multiplicarse como el Aedes.
Han desarrollado todo el potencial del Código Procesal, pero atrevidamente han ido expandiendo sus fronteras como el abogado del ahora preso diputado Miguel Cuevas. Las chicanas de su proceso pueden ingresar como un caso de estudio en todas las facultades como modelo de aprendizaje de la perversidad del sistema judicial paraguayo.
Hoy no importa cuánto sabe de Derecho un abogado, lo que realmente se requiere es de un habilidoso chicanero dispuesto a que con temeridad, arrojo y caradurez interprete cualquier artículo a favor del procesado que paga en función de cuan fantasioso y dilatorio sea el argumento.
El abogado de Cuevas llegó a concluir que su defendido, por su carácter de diputado, tiene tres fueros y que incluso la cámara lo podría dejar libre de la acusación y condena penal que pudiera surgir. Uno puede reír de todo esto, pero demuestra que el pudor –acaso la última frontera de la razón– se perdió en este país en materia judicial.
Los chicaneros y falsos exégetas se superan cada día. Ya no hablemos si de reelección presidencial se trate. Ahí gana el mayor disparatero que se sonríe mientras factura al pagador. Así son las cosas en el reino de la anomia.
El sistema judicial debe estudiar este tema de manera seria y ahuyentar a estos temerarios y bucaneros que atracan la racionalidad de cualquiera. Deberían existir limites y sanciones. Si el fútbol y su sistema con sede en Suiza (no por casualidad) son capaces de esto, ¿por qué no podríamos hacerlo?
En este tema hace unos días osaron unos futbolistas anteponer un recurso ante los tribunales paraguayos sobrepasando lo establecido en el reglamento de FIFA. La sanción que se viene será igual a aquel candidato a presidente nacido en la Argentina que casi llega a la presidencia paraguaya. Con él no pudieron los tribunales locales, pero sí la organización del fútbol que le aplicó una sanción ejemplar.
La justicia institucional es pobre por usar un término cortés.
Esta semana cambiaron de presidente de la Corte para no cambiar nada. El que se fue se ufanó de sus logros formales cuando el problema es de fondo y grita su angustia diariamente en las cárceles y en las calles. Mientras las chicanas sigan marcando el ritmo al que baila el sistema judicial nada cambiará.
Todo será puro gatopardismo. Cuando se reduzcan los presos sin condenas, cuando más políticos sean remitidos a las cárceles comunes, cuando delinquir sea temido y punido... ahí veremos que emerge una nueva Justicia.
Mientras tanto, se celebra una prisión preventiva y la derrota a unas cuantas chicanas delirantes. Demasiado poco para tanto por hacer.