19 abr. 2024

Capital humano, eficiencia pública y buena gestión de los recursos naturales, claves para el futuro de Paraguay

Por Axel van Trotsenburg

Paraguay es hoy un país mucho más desarrollado que el que conocí hace 17 años. Al país le ha ido bien, ha logrado un progreso económico y social, la economía creció un promedio de 4,5 por ciento anualmente y más de un millón de personas salieron de la pobreza en los últimos 15 años.

Paraguay tiene, además, una dotación considerable de recursos naturales, un gran potencial de energía, extenso terreno fértil y una población joven y dinámica. Si se administran bien, estos recursos pueden contribuir al crecimiento económico y a la prosperidad compartida, abriendo la oportunidad de alcanzar el nivel de país de ingreso alto en una generación.

Las preguntas imprescindibles ahora son ¿Cómo se hace ese salto? ¿Los motores que permitieron llegar hasta aquí, son los mismos que ayudarán a pasar a un nivel de desarrollo más alto? ¿Es sostenible seguir usando intensivamente los recursos naturales del país, su potencial hidroeléctrico y la tierra fértil?

Para pensar y diseñar un Paraguay que crezca sostenidamente y genere oportunidades para su población, habrá que evaluar si el modelo económico actual puede acompañar este desafío.

En el Banco Mundial hicimos un diagnóstico sobre el país donde identificamos cuatro áreas prioritarias para potenciar su desarrollo: (I) instituciones públicas responsables, lo que incluye que prevalezca el estado de derecho y se promueva un ambiente de negocios favorable a la inversión privada; (II) la promoción de una gestión sostenible del capital natural; (III) la mejora de la calidad de los servicios públicos como educación y salud; y (IV) la inversión en el desarrollo del capital humano, es decir, en ese famoso bono demográfico.

Para seguir creciendo, y que ese crecimiento beneficie a la mayoría del país, son necesarias algunas decisiones estratégicas.

Primero, es importante invertir en desarrollar el capital humano. Esto quiere decir que cuando los chicos y chicas van a la escuela podamos garantizarles que van a aprender y que tengan acceso a salud de calidad. Un niño que nace hoy en Paraguay será, cuando crezca, el 53% de lo productivo que podría ser si tuviera educación completa y plena salud. Estos jóvenes mejor formados tendrán mejores oportunidades, podrán ser ciudadanos con voz propia, y acceder a mejores empleos.

Segundo, es necesario poner el foco en revertir una larga tradición de informalidad laboral, que llega al 71 por ciento, mejorar la eficiencia de la prestación de servicios públicos y promover que una mayor cantidad de empresas fomenten la competencia y eviten la concentración productiva en pocas manos. Lograr cambios en estas tres áreas será crucial para romper el círculo vicioso que actualmente generan. Pues si el Estado provee bienes y servicios públicos de baja calidad, los contribuyentes no sienten que deben pagar sus impuestos, aumentando así la informalidad de la economía. A su vez, un nivel alto de informalidad impide que el Estado acumule recursos para gastar en infraestructura crítica y mejorar los servicios.

Tercero, es clave garantizar que los recursos naturales tengan una gestión adecuada que asegure su preservación. El gran desafío en esta área es evitar el agotamiento del capital natural, que es una de las bases de la competitividad del país. Esto será posible si se logra cambiar el enfoque de la producción agrícola hacia mejoras en productividad, se moderniza el modelo de negocios y se adoptan prácticas sostenibles.

Estas reflexiones también han sido avaladas por la Comisión de Crecimiento, Equidad y Desarrollo, una iniciativa del Gobierno de Paraguay con apoyo del Banco Mundial, cuyo propósito es ayudar al país con ideas para empezar a pensar en esas estrategias de crecimiento a largo plazo. Algunas de las ideas que recoge esta comisión, y que han sido aplicadas por países que fomentaron el desarrollo, son contar con instituciones fuertes, estar bien conectados a la economía mundial, tener un sistema educativo de calidad, invertir en la transformación de los entornos urbanos y estimular la innovación y la productividad, entre otros.

Las ideas recogidas por la comisión han permitido que la sociedad paraguaya debata sobre los desafíos del país y haya identificado las acciones que pueden conducir a consensos sobre el modelo de país que se busca.

Esto, a su vez, permitirá que el país construya su futuro con base a una planificación estratégica. Paraguay tiene hoy una oportunidad única de hacer ajustes a su modelo económico para maximizar su potencial de desarrollo y hacerlo más inclusivo y sostenible, una oportunidad que desde el Banco Mundial seguiremos apoyando.

*Axel van Trotsenburg es vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe

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