Algunos de estos lugares reunían todas las condiciones. En cambio, otros solo permitían verlos desde la costa seca, recordando aquellos tiempos en que uno podía sumergirse en esa playa para disfrutar del bendito chapuzón.
En el límite entre Piribebuy y Caacupé, el balneario La Garza, ubicado en el kilómetro 61,5, era un oasis familiar. Los niños se daban frescos chapoteos en el arroyo. El humo del asado inundaba el ambiente y la música que salía de los parlantes se mezclada con la risa y las conversaciones de jóvenes y adultos.
El balneario abre sus puertas desde las 7.00 hasta las 20.00. Según Noemí García, propietaria del lugar, la mayor cantidad de personas llega en fechas cercanas a la Navidad y Año Nuevo. El costo es de G. 10.000 por persona adulta y los niños mayores de cinco años pagan la mitad.
lago. Las playas de San Bernardino aún siguen aguardando la llegada masiva de turistas. Sobre todo los vendedores, que ya están preparados para ubicar sus mercaderías.
Los visitantes destacaron la tranquilidad de la villa veraniega. También alabaron la posibilidad de sentarse a la sombra y disfrutar la brisa que de vez en cuando se hacía presente.
Por otra parte, cuestionaron la falta de baños y canillas en el espacio público. También reclamaron que las duchas, colocadas por una marca de gaseosas multinacional, no funcionaran.
En Areguá, la desazón estaba presente en los visitantes. “Es una lástima esto”, decían al ver la lodosa costa, que antes era ocupada por el lago. La bajante de las aguas dejó una orilla llena de malezas y un suelo negro, donde algunos insectos volaban sobre los huecos húmedos.
En contrapartida, unos metros más adelante, varios niños se daban el remojón en la piscina cercana o en la ducha pública, entre risas, saltos y alguna que otra caída y un adulto infiltrado.
Toda opción es válida para hacer frente a los 37 grados y una sensación térmica mayor que estará presente toda la semana. (Ver info).