Para el 2021, se espera que el índice se ubique en 3,7% y la convergencia a la meta de 4% se prevé recién para el primer trimestre del 2022, según cálculos compartidos por el BCP en su último informe de Política Monetaria. La anterior proyección de inflación para el corriente año era de 3,9% y el 2019 había cerrado en 2,8%.
La banca matriz ubicó al consumo privado como el componente del producto interno bruto (PIB) desde el enfoque del gasto que tendrá la mayor contracción, en el corriente año, con una variación de -6,6%. “Este comportamiento contempla, por una parte, una reducción de los ingresos (hogares y empresas) y un deterioro de las expectativas, lo que incidirá en una menor demanda de bienes y servicios”, explica la entidad.
El BCP recurrió a datos de Google Reports para advertir que entre marzo y abril de 2020 hubo una disminución de 58% en la movilidad de las personas hacia lugares como restaurantes, cafés, centros comerciales, parques temáticos, museos, bibliotecas y cines. Mientras tanto, el traslado a los puestos de trabajo se redujo en 44% y la permanencia en el hogar aumentó 28%.
En cuanto a la reactivación de los sectores económicos a través de la “cuarentena inteligente”, el BCP considera que los sectores que fueron más afectados por el bajón de la demanda de clientes –restaurantes, hoteles y turismo– serán también los que más tarden en recuperarse tras la flexibilización de las restricciones, mientras que las construcciones, el comercio y la industria podrían retomar “algún impulso” con la reanudación de las actividades prevista desde inicios de mayo próximo.
La banca matriz advierte que “un riesgo de la flexibilización de la cuarentena es que se produzca un contagio acelerado de la enfermedad, lo que provocará nuevamente una paralización brusca de las actividades, en un escenario económico más complejo y con un espacio fiscal más acotado”.