Los vecinos seguían rebuscando entre el lodo a los desaparecidos por los ríos correntosos que el martes arrastraron todo al pasar y dejaron un reguero de destrucción en esa antigua ciudad imperial al norte de Río de Janeiro que registró sus peores lluvias en 90 años.
En Alto da Serra, uno de los barrios más afectados por el furioso temporal, la actividad era frenética.
“Desgraciadamente va a ser difícil encontrar a alguien con vida. Como está todo, es prácticamente imposible, pero por lo menos (hay que) entregar los cuerpos para que la familia pueda enterrarlos y hallar sosiego”, explicó a la AFP Luciano Gonçalves, un voluntario de 26 años, cubierto de barro, mientras con una pala y una azada en las manos rebuscaba entre la lama.
Otro vecino, Anderson Mota Barreiros, de 37 años, escarbaba apresuradamente en busca de su hermana, entre lamentos por la falta de ayuda.
“No hay nada, estoy aquí desde las 5 de la mañana. No estoy viendo bomberos para ayudarme, pero no abandonaremos, vamos a seguir”, prometió.
Según las autoridades, unos 500 bomberos retomaron las tareas de rescate al alba, tras parar brevemente durante la noche debido a la inestabilidad del suelo.
Otros que perdieron a sus familiares en los casi 300 deslizamientos permanecían sentados delante de sus casas con la mirada perdida entre tanta destrucción.
Por ahora hay 104 muertos confirmados y 24 rescatados, mientras que las cifras de desaparecidos son confusas, debido a los pocos cuerpos identificados (33). AFP