Reuters
Camp David
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el primer ministro británico, Gordon Brown, dieron ayer una muestra de unidad sobre Irak y la promoción de la paz en Oriente Medio, intentando acallar los rumores de un enfriamiento de las relaciones entre ambos.
Después de una serie de informaciones de que el nuevo primer ministro británico iba a intentar distanciarse de Bush y retirar sus tropas de Irak, ambos demostraron la primera vez que se veían que podrían forjar fuertes lazos.
Brown no hizo ninguna promesa sobre cuánto tiempo permanecerán los soldados británicos en Irak y se limitó a decir que la decisión de entregar el control de la provincia de Basora en la que se encuentran las tropas iraquíes se basará en razones militares.
“No tengo ninguna duda de que Gordon Brown entiende que el fracaso en Irak sería un desastre para la seguridad de nuestros países”, declaró Bush en una rueda de prensa conjunta tras el encuentro celebrado en Camp David.
El presidente estadounidense agregó que su relación con Brown será “estratégica (y) constructiva para el bien de nuestros pueblos”.
La química entre ambos era claramente menor que la que existía entre Bush y el predecesor de Brown, Tony Blair.
Por ejemplo, a diferencia de la vestimenta informal que solían utilizar en sus reuniones, esta vez Bush y Brown salieron con traje y corbata, y el británico parecía adusto.
Brown le dijo que su país quiere trabajar con Estados Unidos en “todos los grandes retos”, como el terrorismo internacional, Oriente Medio o el cambio climático.
Con respecto a Irán, ambos estuvieron de acuerdo en la necesidad de impulsar la aplicación de sanciones más severas contra la república islámica por sus ambiciones nucleares. Hoy, Brown dará un discurso ante la ONU.