16 ago. 2025

Breve compendio del arte de Olga Blinder

Para hablar de Olga Blinder, prefiero ahora dejar de lado el espacio del duelo, que obstinadamente mantiene abierto su reciente partida, para trazar un sucinto recuento histórico de su densa carrera artística.

El manifiesto fundacional del arte moderno paraguayo fue enunciado en el catálogo de la primera muestra de obras de Olga Blinder, realizada en 1952, ocasión en la cual Josefina Plá y João Rossi plantearon las bases programáticas del ideario moderno. La exposición de Olga se convierte así en el punto de partida de un ciclo cardinal del arte paraguayo. Y marca, además, el inicio del proceso de su propia obra.

Esta primera obra se desarrolla en varias direcciones, que marcan vectores fuertes de la modernidad artística durante las décadas siguientes. Por un lado, la figuración crece en pos de un derrotero definidamente propio, ajeno a las seducciones experimentalistas instaladas con ímpetu en los 60. La obra de Olga Blinder incorpora nuevos recursos formales y técnicos, y repone propuestas sin el apuro por estar al día a toda costa. Este movimiento de sosegado crecimiento permite que las innovaciones sean asumidas según las posibilidades de un curso seguro y templado, aunque dramático siempre.

Gran parte de la obra posterior suya está condicionada por una imagen de cuño neofigurativo, tendencia de la cual Olga Blinder actuó como una de sus principales exponentes. La intensa carga de los contenidos de Olga, incrementada en este momento por el cuestionamiento a la dictadura y su alegato en pro de los derechos humanos, encontró en la deformación de la imagen un aliado natural y un potente recurso expresivo.

El sistema de crecimiento de esta obra hace que la misma se acerque a las tendencias conceptuales de los años 70 sin forzar su marcha ni torcer su rumbo. La serie de sus impresiones zincográficas trabaja la relación lenguaje-imagen a través de un estudio meditado de los signos gráficos, que no desconoce las presiones oscuras de la historia: otra manera de enfrentar la paradoja que instaura el rigor de la forma al ser sacudida por los apremios de la historia.

Una de las consecuencias más interesantes que produjo la obra de Olga Blinder resulta del juego entre las manchas pictóricas y las líneas que disputan con ellas la escena del cuadro. Su última pintura se constituye a partir de un registro fantasmático ubicado a medio camino de lo gráfico y lo plástico, y capaz de hacer zozobrar los sostenes de la propia figuración. Enredado en transparencias y chorreados, cubierto o velado por masas compactas o vapores de color, el dibujo deviene el rastro de una representación irrealizable: el simulacro, la adulteración o el desplazamiento de un retrato que más tiende a nombrar una idea que a representar un personaje. Quizá en esta paradoja se encuentre, ileso, aquel conflicto fecundo que desvelaba a los primeros modernos paraguayos y que asegura en parte la porfiada continuidad del arte.

La gran artista, fallecida hace un año, fue responsable de uno de los itinerarios más extensos del arte del Paraguay. Ticio Escobar devela sus huellas y legados.

Aniversarios

Ticio Escobar

Crítico de arte

ticio@ticioescobar.com.py