24 ago. 2025

Bernal “tenía la mirada dura, sin piedad”, recuerda testigo

Por Andrés Colmán Gutiérrez

Bernardo Bernal Maíz

Bernardo Bernal Maíz

@andrescolman

Dos personas lo reconocieron. Lo habían visto antes en la misma casa, pero esa noche parecía “muy cambiado, muy feroz”. Llegó vestido con uniforme de camuflaje para’i, con otros hombres armados hasta la humilde vivienda rural de Eusebia Maíz, en el kilómetro 382 de Azotey, Concepción, la noche del martes 4 de setiembre de 2012.

“Era el mismo Coco Bernal Maíz, con su hermano Antonio, los dos sobrinos de Eusebia Maíz, los hijos de su hermana Primitiva Maíz”, relató uno de los testigos, cuya identidad es mantenida en reserva. Eusebia intentó correr, mientras imploraba auxilio, pero fue alcanzada por uno de los hombres, quien la tiró al suelo de un golpe y la arrastró hacia el fondo, mientras otros miembros del grupo contenían a los hijos pequeños de la mujer, dentro de la casa.

En medio de plantación de bananos primero la ajusticiaron a Eusebia con un escopetazo. Luego rodearon su cabeza con un collar de gelamón (explosivo plástico), y lo activaron, provocando una fuerte explosión, que voló la cabeza de la mujer, decapitándola completamente.

Bernardo Bernal Maíz, a quien conocían como Coco, era quien lideraba al grupo. “Tenía una mirada dura, sin piedad”, recuerda uno de los testigos. Sabían que Coco era uno de los jefes de columna del Ejército del Pueblo Paraguayo, pero recién esa noche lo vieron con su uniforme y las insignias del EPP, y supieron de su criminal ferocidad.

RECLUTAMIENTO. Bernardo Bernal Maíz vivía con su familia en el asentamiento Nueva Fortuna, cercano a Kurusu de Hierro, de donde fue reclutado siendo aún adolescente, al igual que sus hermanos Antonio y Juana.

Periodistas de la región lo recuerdan como “un joven enérgico y rebelde” que acostumbraba participar de las reuniones de organizaciones campesinas en Kurusu de Hierro y Arroyito, y que era un activo integrante de la Articulación Rural y Urbana de Concepción (ARUC), actualmente disuelta.

Con apenas 15 años de edad, Coco fue incorporado al llamado “equipo de apoyo logístico” del grupo armado, y se supone que participó en el secuestro del ganadero y ex intendente de Tacuatí, Luis Alberto Lindstron, en julio de 2008; no hubo evidencias en contra suya, aunque sí contra sus otros dos hermanos, según la Fiscalía.

Antonio y Juana Bernal Maíz fueron incluidos en la lista de 14 personas procesadas por complicidad en el secuestro de Lindstron, liberadas en 2011 por el juez Gustavo Bonzi, medida luego anulada por el Tribunal de Apelaciones. Juana fue capturada en noviembre de 2013 en Pedro Juan Caballero y permanece en la cárcel, mientras Antonio sigue prófugo.

El ganadero Fidel Zavala Serrati, secuestrado por miembros del EPP en octubre de 2009, reconoció a Coco Bernal entre sus captores.

Bernal también fue identificado como el líder de un grupo comando que dirigió ataques contra varias estancias en el Norte, entre ellas Ypotí, de Kurusu de Hierro; Amanda, de Paso Barreto, y Agüerito, de Cuero Fresco.

“No dudó en hacerle volar la cabeza a la propia hermana de su mamá, porque dicen que ella les pasó datos sobre ellos a la Policía”, dijo el testigo del ataque de 2012 en Azotey, sin saber que en menos de dos años, el propio Coco acabaría su vida, atrapado por el mismo círculo de la violencia.