Magdalena Riveros y Patricia Cañete
La ciudad de Guarambaré es muy conocida por sus festivales folclóricos, de promoción de los valores autóctonos. El distrito limítrofe, Villeta, se destaca por tener varias industrias y estar ubicado sobre el río Paraguay. Los gobiernos municipales de ambas comunas no pudieron desarrollar una gestión que beneficie a todos los barrios y a la población, con infraestructuras urbanas. Los barrios periféricos y las compañías, en su mayoría, siguen postergados, con accesos viales muy precarios. Las obras encaradas se hicieron solo en la zona céntrica.
Los intendentes municipales de estas dos ciudades, Óscar Cabrera, de Guarambaré, y Carlos Hugo Rojas, de Villeta, ambos de la ANR, buscan la reelección en sus cargos.
El barrio San Miguel, considerado el más amplio de Guarambaré y con mayor población, resalta por el pésimo estado de la mayoría de sus calles terraplenadas. Unas pocas cuadras, cerca de la ruta principal, son las que están empedradas. El resto presenta deformaciones y pozos.
“En esta época proselitista aparecen las propuestas de mejoras en nuestro barrio. Pero luego no se ve nada de lo prometido. Hasta nos dicen que traerán chapas y víveres”, manifestó un poblador que prefirió el anonimato.
El vecino relató que el barrio está constituido por dos asentamientos, 21 de Enero y San Rafael, y que en estas zonas algunas veces la Municipalidad viene a reparar algunas calles.
Cerca de la escuela municipal que está en el asentamiento 21 de Enero, está la plaza conocida por los vecinos como Pepeto, que sólo tiene restos de un juego infantil. Otro vecino comentó que el espacio recreativo estaba bien equipado, pero que gente irresponsable fue destruyendo todo, y nunca más se repuso el equipamiento sustraído.
Asimismo, un antiguo vecino de Guarambaré destacó que la aparición de varios asentamientos en el distrito y el no acompañamiento con servicios afectaron la calidad de vida de los demás habitantes. Por ejemplo, el servicio de agua se resiente porque se amplió la cobertura sin adecuarse el sistema de distribución.
EN VILLETA. En el acceso a la ciudad ribereña, las calles asfaltadas están con una buena cantidad de baches, resaltando la falta de mantenimiento de la capa asfáltica. Tal es el caso de la calle Amambay, en casi todo su trayecto.
El tramo de la doble avenida cementada Guarnipitán, del barrio San Martín de Porres, fue habilitado recientemente por la Municipalidad hasta aproximadamente un kilómetro, donde termina la zona poblada, quedando un corto tramo de tierra que está clausurado, a pocos metros de la ruta que lleva a Asunción.
Los barrios aledaños al área céntrica de Villeta están con los empedrados mugrientos por las malezas y el vertido de agua servida desde las viviendas, que cubren la calzada.
Zonas muy pobladas y ubicadas a unas cinco cuadras de la ruta principal, continuación de Cerro León, tienen calles de terraplén en pésimo estado, varias de ellas ni permiten el paso de vehículos. Sólo pueden circular motos.
Los paseos centrales de la ciudad están con malezas y carentes de hermoseamiento.
LAS ZONAS RURALES PERMANECEN AISLADAS
Los pobladores de la compañía Nueva Esperanza, de la ciudad de Guarambaré, no tienen un acceso directo que conecte a la zona urbana del distrito y el área comercial ubicada sobre la ruta principal.
Los moradores de Nueva Esperanza deben ir varios kilómetros hasta la ruta 1, en J. Augusto Saldívar, y de ahí retomar hacia Guarambaré, para llegar a la zona céntrica de su ciudad.
Si bien Nueva Esperanza es una zona que no está lejos del monumento al poeta Emiliano R. Fernández, en Yvysunú, carece de un camino que le conecte con el centro de Guarambaré.
En Villeta, varios caminos vecinales y el acceso principal de la amplia compañía Guazú Corá están deteriorados. Los terraplenes están deformados y desmoronados en grandes tramos, con el paso de los raudales, camiones pesados y la falta de mantenimiento ante estos desgastes viales.