La expulsión de otros dos obispos chilenos de la Iglesia Católica colabora con la “sanación”, pero falta que el país haga justicia procesando a los pederastas, consideraron este sábado víctimas de abusos sexuales eclesiásticos en Chile.
El papa Francisco, en un nuevo gesto de tolerancia cero a los pederastas, anunció la expulsión de Francisco José Cox, arzobispo emérito de La Serena, y Marco Antonio Órdenes, emérito de Iquique.
La decisión “va en pro de la paz y la sanación de las víctimas de Cox y también como una forma de imponer su autoridad. Da una señal potente para los pederastas de que les llegó su hora”, señaló Jaime Concha, integrante de una agrupación de víctimas de abusos perpetrados en colegios maristas.
Sin embargo, la decisión del Papa es un “pequeño paso”, ya que es necesario a que “obliguen a los obispos de Chile a que colaboren con la Justicia”, agregó Concha
A las decisiones canónicas se suma el accionar de la Justicia local, que mantiene abiertas más de un centenar de causas. Un destape de casos que llegó a lo más alto del clero llevando a los tribunales al cardenal arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati.
A principios de setiembre, Ezzati optó por guardar silencio al declarar como imputado por encubrimiento de abuso sexual y este sábado encabezó una declaración por escrito de la Conferencia Episcopal que envía palabras “de cercanía hacia quien ha sufrido el abuso y daño causado por obispos”.
Juan Carlos Cruz, víctima de abusos del ex sacerdote Fernando Karadima, reprobó la actitud de los obispos. AFP