Ya es ley. Uno de los países más jóvenes del mundo ha decidido que uno de ellos con 20 años pueda ser concejal municipal y con 22 intendente municipal. Pocos lo aplaudieron, incluido los que conforman el 52% de la población votante que tiene entre 18 y 39 años. La idea es motivar a los mileniales a que se involucren en algo que detestan profundamente: La política. Si les importara hace rato hubieran tomado el poder. Solo los salvan las manifestaciones de “fuera Marito” de marzo del 2021 porque ahora esa misma franja etaria es absolutamente invisible para la política de cambio que se anhela bajando la edad de los elegibles. Por el contrario, hay más temores en torno a lo que supondría tener intendentes y concejales con esa edad. Uno es aquel que cree que el dinero sucio hará su tarea con mayor facilidad entre ellos que con aquellos de mayor edad que no tienen el argumento de “son muy jóvenes y no sabían lo que hacían”. La ambición de ser algo diferente no se cambia bajando la edad para ser elegible, sino con una cultura de renovación que pretenda hacer las cosas de forma distinta.
Estamos ante un reto enorme para el siguiente gobierno. Hay que querer cortar las múltiples cabezas de la corrupción en un cuasinarco Estado que está tomando como rehén a toda la estructura administrativa de la nación. No tienen límites en cobrárselas con personajes fronterizos ni con fiscales de luna de miel. Están en todas y los fiscales acusados por Brasil nos muestran el escaso nivel de rigor que los gobiernos deberían tener para con ellos. Les da igual darle trato de jefe de Estado en la residencia presidencial como con Chicharõ y Cartes o el nombramiento de Volpe como viceministro de Justicia por la misma que hoy funge de ministra asesora de seguridad que en sus tiempos ministeriales compartió responsabilidades con él. A nadie se le ocurre chequear los antecedentes de nadie porque saben que el nivel de asombro ciudadano está completamente rebasado.
Este mismo Estado que tiene a intendentes procesados por corrupción, que se han llevado junto con gobernadores miles de millones de dólares en supuestamente mejorar la educación, pero que solo han sido noticia por el robo de esos recursos y por las escuelas caídas y derruidas. Se merece el partido colorado que la ex rea Cynthia Tarragó solicite su readmisión al club que la vomitó cuando fue capturada y condenada en los EEUU. Ahora de retorno la tiene muy claro todo: Si los más bandidos que yo están sentados en el politburó nadie puede impedirme volver a ser parte del padrón partidario e incluso ser electa para un cargo público. La Fiscalía huye de la posibilidad de investigarla por supuesto. Tiene demasiado ya con los suyos y con su sospechosa fiscala general.
Estamos superando todos los niveles de asombro que ya a nadie perturba la reacción que tuvo el presidente Abdo al gobernador Acevedo del Amambay, quien le pidió que hiciera algo contra la inseguridad que atentó contra su hermano intendente. La respuesta del mandatario: “Y qué querés que haga” es más que elocuente. El presidente bitongo que tenemos está perdido y conste que llegó al poder siendo uno de los más jóvenes para el cargo. No me asombraría que en su defensa argumente muy pronto que no tenía experiencia para un cargo del tamaño que le tocó.
La democracia del desencanto baja la edad de los candidatos para cargos municipales de manera drástica cuando en la misma proporción sube el nivel de corrupción y de asombro de una realidad que requiere una ciudadanía más comprometida y unos políticos de estatura gigante que no tenemos. Mientras tanto iremos de asombro en asombro que es lo mismo que de tumbos en tumbos.