La Corte Suprema agitó el mundo político con la decisión de ordenar la casa por cárcel contra el también senador y jefe natural del partido en el poder, mientras lo investiga y decide si lo llama a juicio por manipular testigos contra un legislador de oposición.
Uribe, de 68 años y quien gobernó entre 2002 y 2010, está respondiendo en su condición de parlamentario, por lo que su único juez es el alto tribunal, que dictó la medida alegando “posibles riesgos” de obstrucción de la Justicia.
POSITIVO. Durante el arresto domiciliario en su hacienda El Ubérrimo, en el norte del país, el ex presidente se practicó una prueba de Covid-19 y dio positivo, informó su partido.
Él “es una figura muy reconocida en Colombia, pero también es una figura controversial”, recuerda Felipe Botero, politólogo de la Universidad de Los Andes.
El fundador del partido Centro Democrático (CD) mueve pasiones como ninguno en Colombia. Su oposición al acuerdo de paz de 2016 con las FARC, la antigua guerrilla que combatió sin tregua, fracturó a la opinión pública desde entonces.
El martes hubo caravanas motorizadas y cacerolazos a favor y en contra.
ADMIRADO Y ODIADO. El político colombiano más influyente de este siglo es admirado por su mano dura contra los rebeldes y odiado, con igual fervor.
Duque hizo suyo el dolor de los uribistas: que su líder tenga que defenderse preso mientras los ex guerrilleros –algunos también senadores– lo hagan en libertad cuando han “lacerado al país con barbarie”.
De la suerte que corra Uribe depende en gran parte el futuro de la derecha que recuperó el poder en la figura de un inexperto Duque, quien mañana completa dos de los cuatro años de su mandato.
Duque “queda muy presionado porque ya tenía un incendio en lo económico y social (por la pandemia), y ahora puede tener un incendio político y podría hasta tener un incendio institucional”, opina el politólogo Álvaro Forero.
Por ahora el caso Uribe impide la “paz política y unidad” que necesita el Gobierno para manejar la crisis cuando la pandemia azota con fuerza con más de 300.000 contagios y 11.300 muertos.
Ex mandatarios ante la Justicia
Álvaro Uribe es el primer ex presidente colombiano que ordena detener la Justicia, pero el fenómeno no es nuevo en América Latina. Ex mandatarios populares como Lula da Silva en Brasil, Cristina Fernández Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Ricardo Martinelli en Panamá, también enfrentan a los jueces por escándalos de corrupción durante sus gobiernos, con el argumento común de ser perseguidos.