PARÍS
Desde un aumento de los precios para los consumidores hasta la reducción de los márgenes para las empresas y la pérdida de competitividad, este es el panorama sobre los principales afectados por las tarifas aduaneras del magnate republicano.
Frente a gravámenes del 15% a los autos japoneses, 20% sobre las camisetas de Vietnam o la amenaza de uno del 100% para los semiconductores, los compradores estadounidenses podrían tener que pagar más por sus productos, a menos que se decanten por sus equivalentes locales, siempre que haya oferta.
SUBA DE PRECIOS. El presidente de la Reserva Federal (Banco Central), Jerome Powell, estimaba en julio que el impacto de las tarifas adicionales comenzaba a materializarse en “ciertas categorías de bienes”.
A modo de ejemplo, los juguetes de la empresa estadounidense Hasbro, creadora de clásicos como Monopoly o Furby, la mitad de los cuales proceden de China, comenzaron a subir de valor en mayo y junio, según constató el grupo.
Los aranceles son aún más problemáticos en sectores en los que Estados Unidos no tiene producción local, subrayó Philippe Chalmin, profesor emérito de la Universidad Paris-Dauphine.
El cobre, importado en gran parte desde Chile, su principal productor mundial, iba a verse inicialmente afectado por gravámenes estadounidenses del 50%.
“Dado que la mitad de las necesidades de Estados Unidos se importan de Chile, el precio del cobre en el mercado estadounidense aumentó un 25% con respecto a la referencia mundial tras el anuncio”, estimó Chalmin.
Finalmente, la Administración Trump decidió dar marcha atrás y gravar solo los productos semimanufacturados de ese metal.
EUROPA. La factura también podría recaer sobre las empresas exportadoras, ya que el aumento del precio de sus productos provocaría una pérdida de competitividad en Estados Unidos.
Esto preocupa especialmente al sector europeo de los vinos y bebidas espirituosas. Por el momento, la Unión Europea no ha obtenido ninguna excepción para ese sector, especialmente sensible para países como Francia e Italia.
¿Serán sustituidos el chianti o el champán por el vino californiano? El impacto “será aún más brutal”, ya que los aranceles van acompañados de la caída del dólar estadounidense, lo que encarece las botellas, alertó el presidente de la Federación de Exportadores de Vinos y Bebidas Espirituosas de Francia, Gabriel Picard.
PÉRDIDAS. Este último incluso estimó en un comunicado que este efecto combinado podría suponer “una pérdida de 1.000 millones de euros” (1.100 millones de dólares) para los productores franceses.
“Habrá diferencias sectoriales e incluso dentro de un mismo sector, dependerá del poder de negociación de cada uno”, entre el productor, el mayorista y el minorista, consideró Bruno de Moura Fernandes, responsable de investigación macroeconómica de Coface.
Sin embargo, el economista estima que el efecto será especialmente notable en las industrias que ya tienen dificultades para competir con sus rivales estadounidenses, en particular en los sectores químico y siderúrgico en Europa.
Algunas empresas ya han anunciado que recortarán sus márgenes para compensar los efectos de la guerra comercial.
Los fabricantes de automóviles se ven especialmente afectados. Para 2025, la alemana Mercedes prevé unas ventas muy inferiores a las del año pasado, así como un margen operativo inferior al previsto.
Por su parte, Porsche ya solo espera un beneficio operativo de entre el 5% y el 7%, frente al 10%-12% previsto a principios de año.
Pero, ante todo, “probablemente habrá un periodo de espera para ver qué pasa, cómo se comportan los competidores y si la empresa consigue repercutir las subidas de precios”, subraya De Moura Fernandes.
Los aranceles podrían tener consecuencias más amplias para la economía mundial, con una posible caída de la demanda.
Las petroleras ya han advertido de una rebaja de sus beneficios, como ha hecho la británica Shell. Esta última informó en el primer semestre de un desplome de sus beneficios netos, debido a los menores márgenes y precios, ya que el aumento de las tarifas aduaneras está reduciendo la demanda mundial de energía.
Socios invierten para eludir las tarifas
Los socios comerciales que han logrado acuerdos con la Administración Trump y distintas empresas, como Apple o Nvidia, han prometido miles de millones de dólares en inversiones en Estados Unidos para lograr pactos menos lesivos y sortear así unos aranceles que están redefiniendo el orden mundial.
Las inversiones comprometidas por parte de la Unión Europea (UE), Corea del Sur o Japón, socios comerciales de Estados Unidos, superan ya los 2 billones de dólares, aunque el horizonte temporal es todavía difuso en cuanto a los plazos de los que disponen cada uno de esos socios.
Ese gasto para contentar a Trump también ha llegado a las empresas, tanto estadounidenses como extranjeras, que buscan librarse de estos gravámenes fabricando en el país norteamericano.
Fabricantes de chips, automovilísticas, empresas tecnológicas o farmacéuticas, compañías que pertenecen a sectores amenazados por los aranceles, han negociado con la Administración Trump para lograr exenciones que siempre han tenido una misma respuesta: invertir en EE. UU.
Nvidia ya en abril anunció que fabricaría supercomputadoras de IA en EEUU por primera vez y produciría infraestructura en ese ámbito por valor de 500.000 millones de dólares durante los próximos cuatro años. La taiwanesa y líder en la producción de chips TSMC anunció una inversión de 100.000 millones de dólares en EE. UU. para construir tres nuevas fábricas.
También se apuntó Apple, que primero prometió invertir 500.000 millones de dólares en cuatro años para ampliar su producción en el país, una cifra a la que esta semana sumó otros 100.000 millones.
Todas estas inversiones tienen un denominador común: evitar los gravámenes de Trump. EFE