29 mar. 2024

Antoine de Saint-Exupéry, más allá de las estrellas

El consagrado autor de El Principito hubiera cumplido 120 años en estos días. Estuvo en el Paraguay en más de una ocasión, abriendo rutas para la aviación, antes de escribir su obra maestra. De este modo lo recordamos.

María Gloria Báez
Escritora

Antoine Marie Roger de Saint-Exupéry (1900 - 1944), aviador y escritor francés cuyas obras son el testimonio único de un piloto y un guerrero que miraban a la aventura y al peligro con los ojos de un poeta. El 120 aniversario de su nacimiento es una oportunidad para descubrir, o redescubrir, la obra de uno de los escritores más leídos y traducidos en el mundo; de un héroe que hizo frente a todos los peligros desde la era de Aéropostale y la aviación durante la Segunda Guerra Mundial. “Un cometa” que pasó solo 44 años en la Tierra, pero cuyo pensamiento humanista y espíritu visionario continúan inspirándonos a imaginar el mundo del mañana.

Durante su vida, Exupéry tuvo varios apodos: Rey Sol, por su madre; Pique la lune, por sus camaradas; Oso pardo, por Consuelo; pero más comúnmente Tonio.

Saint-Exupéry fue inclasificable. Vivir la vida fue su verdadera pasión... “Soy la fuente de toda la vida. Soy la marea que entra y te anima y se retira. Soy el mal que entra y te desgarra. Soy el amor que entra en ti y dura toda la eternidad. (...) Soy la falla de la armadura. Soy el tragaluz de la prisión. Soy el error en el cálculo: soy la vida”, escribe en Correo del Sur (1929); en sus cuarenta y cuatro años, nunca violará esta ley.

Provenía de una familia aristocrática empobrecida. Siendo estudiante de escasos recursos, reprobó el examen de ingreso a la École Navale y luego estudió arquitectura durante varios meses en la École des Beaux-Arts. En 1921, fue reclutado por la fuerza aérea francesa siendo calificado como piloto militar un año después. En 1926, se unió a la Compagnie Latécoère en Toulouse y ayudó a establecer rutas de correo aéreo sobre el noroeste de África, el Atlántico Sur y América del Sur. En la década de 1930, trabajó como piloto de pruebas, agregado publicitario para Air France y reportero para Paris-Soir. En 1939, a pesar de las permanentes discapacidades resultantes de graves accidentes de vuelo, se convirtió en piloto de reconocimiento militar. Después de la caída de Francia ante Alemania (1940), fue a los Estados Unidos, permaneciendo allí hasta 1943, cuando volvió a volar con su antiguo escuadrón en el teatro del mediterráneo. En 1944, despegó de un campo de aviación en Córcega para llevar a cabo una misión de reconocimiento sobre Francia y nunca regresó. Hasta hoy, no se conoce la causa de la desaparición.

LITERATO Y AVENTURERO

Exupéry encontró en la aviación una fuente de acción heroica y temas literarios. Sus obras exaltan peligrosas aventuras a costa de la vida como la más alta realización de la vocación del ser humano. Correo del Sur (1928) es su primer libro impreso. Esta primera novela es un éxito que anima a Saint-Exupéry a continuar en este camino, en paralelo con su carrera como aviador. El joven que dudaba de su vocación ingresa al mundo de las letras. Y como Umberto Eco señala tan acertadamente, ahora es difícil saber “si voló para escribir o si escribió para volar”.

Su segunda novela Vuelo nocturno (1931) es dedicada a la gloria de los primeros pilotos de aerolíneas y su exaltación mística al enfrentar la muerte en el riguroso desempeño de su deber. Dedicado a Didier Daurat, jefe de la Aéropostale, quien inspiró al personaje Rivière como la figura que estimula la autotrascendencia y fomenta el sentido del deber. Para el autor, Vuelo nocturno es sobre todo un himno a la noche, uno que despierta recuerdos e invita a la meditación profunda, (...) ”la noche que preocupa”; (...) “la noche difícil”; (...) “la gran noche que los encierra”.

Sus propias aventuras de vuelo se registran en Tierra de los hombres (1939), en donde relata las heroicas hazañas de los pilotos dentro del Aéropostale y saca a relucir una meditación sobre nuestro planeta, la vocación del ser humano y su lugar en el mundo... “El hombre se descubre cuando se mide contra el obstáculo”. Utilizó su avión como instrumento para explorar el mundo y descubrir la solidaridad humana en los esfuerzos fraternos de los seres humanos para cumplir sus tareas. Su lenguaje es lírico y conmovedor, con una nobleza simple. Piloto de guerra (1942) es una reminiscencia personal de una partida de reconocimiento en mayo de 1940, realizada con un espíritu de sacrificio contra viento y marea. Rinde homenaje al principio de resistencia y sienta las bases para pensar en una nueva civilización (...) “Sacrificio no significa amputación o penitencia. Es esencialmente acto”... Mientras que en América escribió Carta a un rehén (1943), un llamado a la unidad entre franceses.

La creciente tristeza y pesimismo en la visión de Saint-Exupéry acerca del ser humano aparece en Ciudadela (1948), volumen póstumo de reflexiones que muestran la persistente creencia del autor, de que la única razón duradera del ser humano para vivir es en calidad de ser guardián de los valores de la civilización… “Es fácil de colmar aquel que no tiene espacio en el corazón...”.

ENCUENTRO CON EL PRINCIPITO

Exupéry se encontró en medio del desierto al Principito (1943); de allí tomó una lección de vida con la que entretiene al día de hoy, a pequeños y grandes con la sabiduría que emana, con el mensaje atemporal de amor más allá de la vida y la muerte. El habitante del asteroide B-612, el niño rubio que reflexiona sobre temas que establece de acuerdo con una dualidad: visible e invisible, adulto y niño, amor y amistad, espacio y tiempo, peligro y destrucción, felicidad y tristeza, signos y significados, preguntas y respuestas. Su viaje por el espacio lo ha hecho coincidir con personajes que reformulan su forma de ver el mundo y la existencia. Desde el rey sin súbditos hasta el geógrafo que no ha viajado por el universo. El Principito, un cuento autobiográfico y filosófico, en el que escuchamos la voz de un niño, amante de una rosa, amigo de un zorro y piloto que nos enseña sobre el aspecto único de todo. De manera pura y lúcida, logra que viajemos a un mundo cargado de dulzura e inocencia. “Serás único en el mundo. Seré único para ti en el mundo…”; “Uno ve claramente solo con el corazón. Lo que es esencial es invisible a los ojos...”. Grave y gentil recordatorio de que las mejores cosas de la vida siguen siendo las más simples y que la riqueza real está dando a los demás.

Antoine de Saint-Exupéry inspira con sus palabras y acciones. Son relevantes para todas las generaciones, particularmente para los jóvenes de hoy que son ciudadanos del mañana. Sus valores ejemplares se pueden ver en su escritura y sus esfuerzos: responsabilidad, trabajo duro, unidad, disposición para compartir y respeto por los demás. El humanismo constituye la base de sus pensamientos.

El 31 de julio de 1944, a las 8:45 am, despegó de Borgo, Córcega, para fotografiar posiciones enemigas al este de Lyon. Era un hermoso día. Debía regresar a las 12:30, pero él nunca regresó. Desaparece sobre el mar Mediterráneo, de la misma manera que el Principito desapareció de la Tierra.

Tal vez, Exupéry encontró su propio hogar en alguna estrella brillante... “Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!”.

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