18 abr. 2024

ANR debe reconocer su culpa y su responsabilidad en la crisis

Por su largo tiempo en el poder, por su mayor influencia en el esquema electoral y por proteger a dirigentes corruptos y delincuentes, incluyendo a dictadores, el Partido Colorado es el mayor responsable de la profunda crisis que afecta a la clase política paraguaya y al mismo sistema republicano, aunque también otros partidos, como el Liberal, sean igualmente culpables. El desafío mayor es para la ANR, que acaba de expulsar a una ex diputada de sus filas tras caer presa por narcotráfico en los Estados Unidos, pero mantiene como afiliado al tirano Stroessner y a varios legisladores procesados por corrupción. Si no se depura y regenera, el coloradismo podría ir enfrentando cada vez más la crítica ciudadana.

La actual etapa de profunda crisis que enfrenta la clase política paraguaya, tal como se ha evidenciado con las fuertes críticas de la Iglesia Católica y de la misma ciudadanía en las celebraciones de Caacupé 2019, como en otros recientes episodios ocurridos en el ámbito político nacional, tiene como uno de sus principales culpables y responsables al Partido Colorado, la Asociación Nacional Republicana (ANR).

Por ser uno de los dos partidos más antiguos del país, junto al Partido Liberal, y por ser también la fuerza política más grande e importante actual en la historia republicana, con mayor número de afiliados y por mantenerse durante más tiempo en el poder (por más de siete décadas, con una breve interrupción durante los gobiernos de Fernando Lugo y Federico Franco, de 2008 a 2013), incluyendo haber sostenido a la larga dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), la ANR es la que tiene mayor culpa y responsabilidad acerca de este modelo político actualmente tan cuestionado.

Un modelo de caudillismo político tradicional, basado en un esquema de clientelismo y de prebendarismo ante la gran masa de afiliados, que ha cooptado a las organizaciones republicanas en provecho de sus intereses sectarios, con una gran mayoría de sus principales dirigentes acusados de estar involucrados en actos delictivos y hechos de corrupción, ha podido mantenerse durante mucho tiempo con base en el populismo como a la represión y al control desde las estructuras del Estado.

Sin embargo, en los últimos tiempos, a la luz de las nuevas dinámicas sociales y las exigencias de una mayor conciencia ciudadana, junto a la onda de mayor transparencia internacional que caracterizan al siglo XXI, incentivada por los conocimientos transmitidos a través de las redes sociales en internet, el modelo político imperante empieza a ser cada vez más cuestionado por la gente. Situaciones de protestas populares contra el poder, como ha estado ocurriendo en Chile, Ecuador o Bolivia, demuestran que la población ya no permanece tan pasiva ante la falta de cambios.

En el Paraguay también, como muy pocas veces antes, personajes del mundo político y figuras ligadas al Gobierno y a los demás poderes del Estado, que se creían intocables, han debido comparecer ante la Justicia e incluso ir a la cárcel, luego de que sus actos delictivos fueran denunciados en la prensa y se hayan despertado movilizaciones ciudadanas de repudio. La mayoría de estas personas pertenecen al partido en el Gobierno, aunque también hay corruptos de otras carpas políticas.

Hasta ahora, la reacción de la ANR sigue siendo la de proteger y defender a sus líderes corruptos, y solo cuando la situación ya se vuelve indefendible les baja el pulgar, como ha ocurrido recientemente con la ex diputada Cynthia Tarragó, presa en Estados Unidos por narcotráfico, aunque el partido mantiene como afiliado al fallecido ex dictador Alfredo Stroessner y defiende ante la pérdida de investidura a personajes como los diputados Ulises Quintana, Miguel Cuevas y Tomás Éver Rivas, o el senador Javier Zacarías Irún, procesados e investigados por varios delitos.

Si no se depura y regenera ante la creciente crisis, el coloradismo podría ir enfrentando cada vez más la crítica ciudadana.

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