Por ser uno de los dos partidos más antiguos del país, junto al Partido Liberal, y por ser también la fuerza política más grande e importante actual en la historia republicana, con mayor número de afiliados y por mantenerse durante más tiempo en el poder (por más de siete décadas, con una breve interrupción durante los gobiernos de Fernando Lugo y Federico Franco, de 2008 a 2013), incluyendo haber sostenido a la larga dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), la ANR es la que tiene mayor culpa y responsabilidad acerca de este modelo político actualmente tan cuestionado.
Un modelo de caudillismo político tradicional, basado en un esquema de clientelismo y de prebendarismo ante la gran masa de afiliados, que ha cooptado a las organizaciones republicanas en provecho de sus intereses sectarios, con una gran mayoría de sus principales dirigentes acusados de estar involucrados en actos delictivos y hechos de corrupción, ha podido mantenerse durante mucho tiempo con base en el populismo como a la represión y al control desde las estructuras del Estado.
Sin embargo, en los últimos tiempos, a la luz de las nuevas dinámicas sociales y las exigencias de una mayor conciencia ciudadana, junto a la onda de mayor transparencia internacional que caracterizan al siglo XXI, incentivada por los conocimientos transmitidos a través de las redes sociales en internet, el modelo político imperante empieza a ser cada vez más cuestionado por la gente. Situaciones de protestas populares contra el poder, como ha estado ocurriendo en Chile, Ecuador o Bolivia, demuestran que la población ya no permanece tan pasiva ante la falta de cambios.
En el Paraguay también, como muy pocas veces antes, personajes del mundo político y figuras ligadas al Gobierno y a los demás poderes del Estado, que se creían intocables, han debido comparecer ante la Justicia e incluso ir a la cárcel, luego de que sus actos delictivos fueran denunciados en la prensa y se hayan despertado movilizaciones ciudadanas de repudio. La mayoría de estas personas pertenecen al partido en el Gobierno, aunque también hay corruptos de otras carpas políticas.
Hasta ahora, la reacción de la ANR sigue siendo la de proteger y defender a sus líderes corruptos, y solo cuando la situación ya se vuelve indefendible les baja el pulgar, como ha ocurrido recientemente con la ex diputada Cynthia Tarragó, presa en Estados Unidos por narcotráfico, aunque el partido mantiene como afiliado al fallecido ex dictador Alfredo Stroessner y defiende ante la pérdida de investidura a personajes como los diputados Ulises Quintana, Miguel Cuevas y Tomás Éver Rivas, o el senador Javier Zacarías Irún, procesados e investigados por varios delitos.
Si no se depura y regenera ante la creciente crisis, el coloradismo podría ir enfrentando cada vez más la crítica ciudadana.