Ahora que se definieron las candidaturas, tras las elecciones internas de partidos y movimientos para las municipales 2021, la gran mayoría de los candidatos a intendentes y concejales municipales en campaña prometen que van a solucionar todos los problemas si acaso resultan electos, olvidando que muchos de ellos ya estuvieron en los cargos y no hicieron prácticamente nada.
Todavía más, muchos de ellos, o miembros de su mismo equipo político, arrastran graves denuncias de malversación de fondos, falta de rendimiento de cuentas de royalties y Fonacide, presuntos casos de corrupción, prebendarismo y otras irregularidades, incluyendo la falta de transparencia en informar acerca de su gestión a la ciudadanía, pero principalmente de inacción en obras urbanas y ambientales.
Probablemente el ejemplo más patente es el de la ciudad de Asunción, la capital del país y principal urbe, que muestra una imagen deplorable con sus calles y avenidas llenas de baches, con el tráfico colapsado de manera casi permanente en sus principales accesos, con sus históricas plazas céntricas convertidas en villas miseria, con sus edificios emblemáticos abandonados y en ruinas, con la basura que se acumula en las calles y espacios públicos, con el deficiente sistema de transporte, con sus raudales apocalípticos, con la falta de seguridad ciudadana en varias zonas rojas, con la falta de sistemas de desagüe, con sus arroyos contaminados, con su administración comunal colapsada de funcionarios y aun así inoperante… pero este mismo panorama se traslada en menor medida a la gran mayoría de los municipios del área metropolitana y de otras regiones del país.
Por las intendencias y las juntas municipales de estas ciudades han pasado candidatos de distintos colores partidarios y ninguno ha sabido dar respuestas concretas que permitan solucionar los grandes problemas, principalmente en las grandes urbes, aunque en municipios más pequeños existen ejemplos de experiencias interesantes.
Uno de los ejemplos de experiencias más significativos es sin dudas la de la ciudad de Atyrá, en el Departamento de Cordillera, donde fue intendente el recordado Feliciano Martínez, ya fallecido. Martínez inició en los años 90 un revolucionario proceso para convertir a su ciudad en la capital ecológica del país, considerado el municipio más limpio y saludable, un mérito que sus sucesores y sobre todo los mismos pobladores procuran mantener.
Otros municipios vecinos, como el de Santa Elena, también en Cordillera, procuran emular exitosamente el ejemplo de Atyrá.
Pero estas buenas iniciativas son escasas y excepcionales. Las principales ciudades del país se encuentran en crisis por la falta de respuestas a los muchos problemas vecinales. Son ciudades y municipios que necesitan respuestas ahora, por las calles rotas, plazas sucias y ocupadas, basura acumulada, tráfico colapsado, entre otros conflictos cotidianos, no en un eventual futuro tras el resultado de las elecciones.
Es hora de analizar los resultados de las gestiones y no dejarse engañar por promesas vacías y beneficios oportunistas momentáneos.