17 feb. 2025

Amanecer en Caacupé

Por Pa’'i Oliva
oliva@rieder.net.py
Desde España es uno de los momentos más emocionantes de la Fiesta de la Virgen. Personalmente me he pasado muchas veces la noche confesando hasta que no podía más y otros años transmitiendo toda la noche por radio todo lo que iba sucediendo en el Santuario con la llegada de los peregrinos. Ambas cosas me descubrieron el fondo de estos miles y miles de paraguayos y paraguayas, que iban en búsqueda de la Tierra sin Mal.

Pero todo culmina en la misa central del día. Es la Eucaristía más solemne. La más esperada. El Pueblo desea que el obispo exprese todo lo que lleva dentro y que su palabra conjure tanto mal como existe en esta tierra que debiera de ser de felicidad.

Misa dramática donde se contraponen los sueños y la triste realidad. Todavía muchos creen que basta expresarla por el celebrante y denunciarla sin caer en la cuenta que la solución está en manos de todos los presentes.

Y, luego, la vuelta. Esta sí que representa la realidad del país. Hay que subirse al vuelo en colectivos que ya van repletos. Apretados, de pie, sudorosos.

Pero siempre con un rayo de esperanza. Se le ha agradecido a Dios por los favores recibidos durante el año y volvemos con su bendición para seguir luchando. Unos se olvidarán pronto de este compromiso. Para otros será una luz que los iluminará todo el próximo año.

El amanecer del día 8 en Caacupé es un amanecer en nuestras vidas. En todo el Paraguay. Lo que nos falta es el modo de estabilizar todo lo vivido en la villa serrana esas horas.