“Por supuesto que si consumimos una vaca y se depositó plomo en el hueso del ganado también vamos a estar recibiendo eso”, asevera la doctora Laura Flores.
Cada una de las sustancias tendrá, explica, un ciclo de vida dentro del cuerpo de animales como en el de los humanos.
Los metales si bien necesitan liberarse del cuerpo, seguir como una ruta, tampoco desaparecen del ambiente. La doctora señala que van a depositarse y el cuerpo siempre tratará de eliminarlos, cada uno tendrá su ciclo de eliminación bien sea por la orina y materia fecal, sobre todo. “Algunos se van a bioacumular y tendrán efectos en el cuerpo si es que la persona los sigue consumiendo”.
Metales como el plomo, que no es requerido como nutrientes para el cuerpo, tiene impacto negativo en los huesos y diferentes tipos de afecciones cardiovasculares, en riñones y sistema nervioso. Desde el lado hematológico, afirma, se puede dar una anemia que no podrá ser explicada porque no es por deficiencia de hierro.
En el caso del manganeso, expone que los altos valores afectan a nivel neurológico, por ejemplo, movimientos lentos de manos, piernas, coordinación motora y un poco de temblores.
El cáncer también es otra de las enfermedades que se pueden presentar por exposición a metales pesados, específicamente por el cromo y el arsénico, según la médica especialista Flores.
DESECHO DE MINERÍAS. El Pilcomayo tiene la amenaza diaria de más de 28 mil toneladas de desechos mineros que llegan a 45 diques de colas ubicados en la cuenca alta, en Bolivia. Estas se predisponen a viajar por el afluente internacional. No se observan controles si las compañías tienen o no licencia ambiental, como sucedió con el dique de Agua Dulce que, luego de derramar más de 13.000 metros cúbicos de tóxicos, en julio de 2022, recién se conoció que operaba de manera ilegal y precaria.