Por José Del Puerto
MISIONES
La Aldea SOS Panambí, que funciona en San Ignacio (departamento de Misiones), alberga a unos 44 niños y adolescentes con capacidades diferentes, entre ellos, sordos y no videntes, afectados por la pobreza o la desintegración familiar. En el lugar reciben atención familiar, educación y capacitación.
La institución, fundada por Hermann Gmeiner y presente en todo el mundo, trabaja preferentemente por la integración social y laboral de estos chicos.
La Aldea también ejecuta otros programas en la localidad a través de la Aldea Kuarahy (materno infantil y prejardín) y el Centro de Formación Técnica en Salud.
En un amplio sector del predio se encuentran las 8 casas que albergan a los niños y niñas, quienes reciben atención permanente de una madre sustituta y una tía por cada familia.
Las viviendas son denominadas con nombres de plantas como Girasol, Amambay, Azucena, Lirio, Margarita, Jazmín, Mburucuyá y Violeta. En ella viven 23 mujeres y 21 varones, totalizando 44 en la actualidad.
“Los chicos viven en estas casas con sus madres sustitutas, y constituye un verdadero hogar para ellos”, afirma la licenciada Celia Etchegaray, directora de la Aldea Panambí.
“En este lugar creamos familias, un nuevo modelo, distinto al orfanato, porque nuestros jóvenes se integran plenamente dentro de la comunidad”, agrega.
En el sitio se encuentran niños con capacidades diferentes que cursan sus estudios en las instituciones escolares de la zona, mientras otros participan en actividades culturales y creativas, dependiendo de las aptitudes y talentos.
SECTORES. A más de las viviendas, la Aldea cuenta con un sector habilitado para recreación y otro para las tareas de fisioterapia, psicología, taller creativo, fonoaudiología, videoteca y biblioteca, además del área de la pileta para hidroterapia.
En otra zona de la Aldea, se encuentra habilitada la “terapia ocupacional”, consistente en actividades de campo. En este sentido, los niños participan activamente de los trabajos dentro de la huerta familiar y del cuidado de animales de la granja que posee la institución.
“Los chicos a través de estas actividades se fortalecen y van aprendiendo”, agrega Etchegaray. Otros participan de la equinoterapia, que es una de las actividades diarias en el lugar.
“La Aldea lo que busca es un hogar para estos chicos que por diversos motivos –ya sea pobreza o abandono– fueron recibidos en este lugar”, indicó la citada directora.
Un joven formó su microempresa
Jerónimo Amarilla es sordo mudo, pero con el apoyo de la Aldea, donde vive hace muchos años, ya llegó a montar su propia panadería. “Es una panadería que ya está trabajando y vendiendo sus productos al mercado de San Ignacio”, indicó la directora Celia Etchegaray.
“Es una historia muy linda, ya que realizó muchos esfuerzos para capacitarse, y aunque hasta ahora recibe el apoyo constante de la Aldea, Jerónimo ya se está independizando con su propia microempresa”, explicó.
Otra historia escribe Edgar, de 18 años, que a pesar de padecer de ceguera, estudia en uno de los colegios de la zona. “Se maneja perfectamente con el braile, y aparte de eso ejecuta el órgano con gran talento, por lo que ya es una figura muy conocida en los festivales de la zona”, comentó la directora de la institución, añadiendo que cuando termine el colegio, Edgar desea seguir la carrera de Derecho.
COLABORACIONES. Si bien la Aldea SOS recibe recursos de padrinos del exterior, en San Ignacio cuentan con algunos voluntarios que también dan su apoyo.
En este sentido, los responsables auguran que aumenten las colaboraciones, atendiendo las necesidades cada vez mayores que tienen los jóvenes del lugar.
“Nuestra misión es simple, creamos familias para niñas y niños necesitados, los apoyamos a formar su propio futuro y participamos en el desarrollo de sus comunidades”, indicó la directora, Celia Etchegaray.
Algunos teléfonos de la institución son (021) 227-345, y la dirección de correo electrónico es www.sos-aldeas-paraguay.org.py .