25 abr. 2024

¿Alcanzará la fe?

Alfredo Boccia Paz – @mengoboccia

Incendio en la ANR.jpeg

Los manifestantes quemaron uno de los locales de ANR.

Foto: Fernando Calistro.

Luego de salvar a Mario Abdo del juicio político, el cartismo empezó a sentir que sería una victoria amarga. Lo presupuestaban, por eso intentaron acortar al máximo los tiempos, pero la sesión fue suficientemente larga como para que se juntara bastante gente furiosa.
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Al votar a favor de Abdo derritieron sus falsos argumentos de ser opositores. Honor Colorado es tan gobierno como Añetete.

Tendrán que soportarlo, ya veremos hasta cuándo. Por ahora, están pegados a una de las más horribles gestiones de la ANR. De hecho, las protestas apuntaron no solo al presidente, sino también al poder fáctico de Horacio Cartes.

Tal como suele ocurrir, la actuación de la Policía solo sirvió para exacerbar los ánimos.

Alguien ordenó el abandono de la custodia del local de la ANR en una noche en la que hasta un noruego podría pronosticar que sería un objetivo de los manifestantes. Tal como ocurrió en el incendio del Congreso, desaparecieron los policías, con la estrategia de jugar de víctimas ante el ataque de “vándalos y zurdos infiltrados”.

Por cierto, una treintena de ellos fueron apresados e imputados. Pero al policía de civil que disparaba una escopeta contra los manifestantes solo lo identificaron doce horas después, ante la evidencia de que lo habían filmado desde todos los ángulos.

Hay demasiado olor a stronismo en el caótico accionar policial. Una formación de la Policía Montada obligando a correr por cuadras y cuadras a un joven esposado es una imagen que le parecería anacrónica hasta a Sabino Augusto Montanaro. Pero subsiste en la Policía de Giuzzio y todos sus predecesores.

Hay demasiado olor a pyragüe en las publicaciones de medios cartistas que identificaban a participantes de la protesta con su nombre y su lugar de trabajo. Son miserables los posteos en redes sociales de fanáticos colorados delatando a manifestantes porque eran “becaria de Itaipú” o ¨funcionaria del SNPP”. Es como si siguieran considerando que el Estado paraguayo fuera propiedad del Partido Colorado.

Hay demasiados resabios de justicia stronista en el fiscal Ángel Ramírez al justificar su imputación asegurando que está prohibido manifestarse a cualquier hora del día, fregándose en la Constitución Nacional y la pirámide de Kelsen.

La respuesta del gobierno de Abdo a la pandemia reveló que estamos en manos de irresponsables, poco dispuestos a eliminar la corrupción y la impunidad. Asustan sus torpezas en la gestión de los medicamentos de las terapias y en la compra de vacunas. Súmele a esto la actitud burlona de la bancada cartista al negarse a argumentar en el plenario y respuestas posteriores con reminiscencias del rancio autoritarismo colorado y empezará a entender por qué se extiende esa colectiva sensación de hartazgo anti-ANR.

Se ha ido acumulando un odio silencioso que pudo evidenciarse de un modo expresivo: ante la quema de un local perteneciente al Partido Colorado la reacción mayoritaria en las redes fue de celebración. Hoy cualquiera podría vencer al Partido Colorado. Menos mal para ellos que hoy la oposición no tiene ese “cualquiera”.

Allá ellos, los colorados, con su problema. Al resto del país le interesa sobrevivir.

Nunca antes tuvimos una coyuntura tan desfavorable. Enfrentamos una pandemia que nos ha endeudado y amenaza todos los días con llevarnos a nosotros mismos o a uno de los nuestros. Nuestra raquítica estructura sanitaria ya resistió todo lo que pudo. Y somos conducidos por un gobernante débil, rodeado por una mayoría de inútiles y dependiente de un líder al que quiso aplastar al comienzo de su mandato.

Habrá que tener fe. Mucha fe. Porque los días que se avecinan serían complicados hasta para un estadista de la estatura de Winston Churchill. Y a nosotros nos ha tocado lo que nos ha tocado.

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