09:32-22/04/07
Pedro Muzzio. 41 años. Auxiliar contable. Operador de computadoras. Reconocimientos por su labor de vendedor en una empresa de telefonía celular. Sabe de cocina, computadoras y ventas.
Esos datos y otros muchos que faltan están impresos en 385 currículos que repartió a diferentes empresas de la capital después del accidente que lo dejó sin su pierna izquierda hace tres años.
“Después de mi amputación comenzó todo lo distinto. Me acuerdo que el doctor me dijo: ‘Pedro ahora vas a tener que prepararte para la idiosincrasia del pueblo paraguayo. Porque ya estoy acostumbrado y conozco lo que van a hacer’. Realmente yo no creí tanto. Vamos a ver, le dije”.
La advertencia del médico se hizo realidad cuando Pedro enviaba sus currículos, cuando se iba para las entrevistas: le miraban y no le recibían. “Siempre me decían te vamos a volver a llamar”, contó Pedro.
Recuerda que el primer chasco que llevó fue en el sanatorio Santa Clara. “Pedían para la recepción, era para estar sentado. Me dieron tres entrevistas, me decían que sí, que mi currículo era muy bueno.
Después me enteré que por la imagen del sanatorio no podía ocupar el puesto una persona sin pierna. Y ahí me di cuenta que la idiosincrasia del pueblo comenzaba a hacer efecto y era cierto. Me decepcionó gran parte de la ciudadanía”, aseguró con mucha tristeza.
En marzo de este año una familia humilde de Surubí'î (Mariano Roque Alonso) hizo lo que los más de trecientos jefes, gerentes o encargados de recursos humanos no se animaron a hacer: contratarlo.
Los Guerrero no recibieron ningún papel con los logros y méritos de Pedro sino que lo llamaron ni bien lo conocieron a través de una nota publicada en un medio de comunicación a fin de armar con él una microempresa.
Ellos se encargan de hacer comidas y dulces, pero a pedido.
El gerente de una financiera les prestó 13 millones sin intereses para seguir con el proyecto. Pero Muzzio explicó que necesitan más o menos 35 millones, ya que la idea es instalar un bar en el centro.
El señor viaja todos los días en colectivo desde su barrio, ubicado en el centro capitalino, hasta Mariano Roque Alonso.
“Hay una o dos líneas que no me cobran pasaje, raro. A veces tengo que estar dos horas para que me pare uno. Siempre está ocupado el primer asiento, que es para nosotros. Me ven, pero no me dan el lugar”, explicó.
El caso de Pedro es similar a la de varios paraguayos que día a día mendigan derechos que les corresponden por el simple hecho de tener algo diferente al resto.
LEGISLACIÓN. El proyecto de ley “Contra toda forma de discriminación”, impulsada por varias organizaciones y comisiones del Parlamento, es la que busca un amparo a gente que vive en carne propia, como Pedro Muzzio, algún tipo de rechazo.
Esta propuesta reglamenta el artículo 46 de la Constitución, que expresa: “Todos los habitantes de la República son iguales en dignidad y derechos. No se admiten discriminaciones. El Estado removerá los obstáculos e impedirá los factores que las mantengan o propicien”.
CUADRO 1
La discriminación en otras historias reales
La maestra agresora
Un alumno de primaria de una escuela asuncena le dice a su mamá que ya no quiere ir a la escuela. Su tutora le pregunta por qué y el niño no responde. Hasta que llegó un día en que el pequeño no aguantó más y le dijo a sus padres que nunca más volvería a esa escuela y cuenta el motivo: todos los días la profesora le repite: “Sos un gordo inútil”.
La recepcionista a la que trasladaron por “gorda”
La telefonista de una empresa paraguaya comenzó en el puesto con peso normal para las exigencias de la sociedad. Pero fue aumentando de peso. Un cierto día sus jefes le informaron que tenía que cambiarse de área, al de producción. No le dieron explicación alguna del cambio, pero después se supo que la trasladaron “para mantener la imagen de la empresa”.
No va a la escuela porque es VIH+
Una niña que reside en Asunción tuvo que dejar la escuela después de que un grupo de padres presionara a la directora para que eche a la pequeña porque tener VIH+. Aparte de no ir a la escuela, los niños de su barrio no le hablan porque sus padres no los dejan. La ex alumna vive con su abuela.
La querían echar por estar embarazada
Siempre fue una alumna brillante (la famosa “chica 5") de un colegio secundario de la capital. En el noveno grado quedó embarazada. Los padres de sus compañeros y los de la otra sección formaron una comisión con el objetivo de mudarla al turno noche o que directamente la echaran de ese colegio. Algunos profesores y estudiantes juntaron firmas para presionar la decisión. El director rechazó el pedido, porque vio que un embarazo no era motivo para mudarla de turno o sacarle la matrícula. La adolescente terminó siendo la mejor alumna de su promoción.
Lo aíslan por afeminado
En un colegio de Asunción estudia un chico con expresiones afeminadas. Sus compañeros y otros de cursos más bajos lo tildan de “gay”. El adolescente no tiene amigos porque los demás estudiantes temen a verse con él por “el que dirán”.
Le gusta bailar y por eso lo insultan
Desde hace cuatro años Jorge Fariña es profesor de baile, además de eso hace teatro, artes plásticas y música. Cuando le preguntan a qué se dedica “pasa malos ratos. Cuando les digo que soy bailarín ya me dicen '¡Ndi! ahí todos son del otro lado’. Eso no se cumple en todos los casos. Ni en el mío. Varias veces me sentí mal por eso, porque a mí me gusta bailar y me molesta que me digan así", explicó.