La aeronave hizo un giro ascendente y brusco hacia la izquierda, lo que le hizo perder sustentación y cayó repentinamente a tierra. En la tragedia fallecieron en total 21 personas: tres tripulantes, más un acompañante, todos de nacionalidad colombiana y 17 en tierra, 8 de ellos miembros de una misma familia.
El avión carguero se estrelló en un sector poblado de la ciudad, instantes después de despegar del Aeropuerto Silvio Pettirossi con rumbo a Campinas, Brasil. Los registros reportan que la mayoría de las víctimas fatales que se encontraban en tierra eran menores de edad y varias de ellas fallecieron calcinadas tras el incendio de gran magnitud que se desató segundos después del impacto del avión a tierra.
Lucio García, un sobreviviente de ese trágico episodio de la historia aérea del país, perdió a sus cinco hijos aquel día, además de su madre, a quien fueron a visitar. Once de las 18 víctimas en tierra pertenecen a la familia García, ya que ese día se llevaba una reunión en el que participaban varios parientes.
Años después, los peritos que investigaron el accidente llegaron a la conclusión que una falla humana había motivado la caída.
Además, el abogado Desiderio Sanabria, contratado por la compañía aérea para negociar y asistir a las víctimas, finalmente reveló que con la caja negra se pudo escuchar la conversación de los tripulantes, quienes habían apagado los motores del avión para hacer una broma a uno de los pasantes, supuestamente, práctica habitual entre pilotos.