29 abr. 2025

Unos dos millones de brasileños salen a las calles a pedir la salida de Dilma

La movilización ciudadana puede servir de combustible para impulsar el pedido de juicio político. Las manifestaciones fueron en 415 ciudades. Las protestas también apuntaron al ex presidente Lula.

Multitudinario.  Manifestantes en Copacabana.

Multitudinario. Manifestantes en Copacabana.

AFP-EFE-REUTERS

BRASILIA - BRASIL

Una ola de manifestantes pedía el domingo la destitución de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en un clima de fuerte descontento social por la recesión económica y un multimillonario fraude de Petrobras que salpica a la élite empresarial y política del país.

Las manifestaciones se extendieron en 415 ciudades, y los datos hablan de unos dos millones de manifestantes. Los organizadores señalaron que en Río de Janeiro se reunieron 1,5 millones de personas, pero la Policía Militar dijo que la cifra era exagerada, en tanto que en São Paulo la PM dijo que se reunieron 1,4 millones de personas, pero Data Folha habla solo de unas 500.000 personas, en una protesta que por primera vez es públicamente apoyada por partidos de la oposición.

A esto los manifestantes también sumaron su deseo de que el ex presidente de la República Luiz Inácio Lula Da Silva sea enviado a prisión por presunta corrupción.

La magnitud de las marchas es un dato de alta sensibilidad para Rousseff, que enfrenta un pedido de juicio político que podría terminar anticipadamente su mandato, previsto hasta 2018, y también para los que buscan combustible para ese proceso que está en ciernes en el Congreso.

Rousseff está en su momento de más baja popularidad, con apenas un 10% de aceptación, y el país está haciendo frente a su peor crisis económica en un siglo. La marcha de ayer puede servir también de presión sobre los jueces que estudian el pedido de los fiscales de prisión para Lula.

“Vine porque estoy cansada de ver tanta corrupción y para reclamar por el desorden en que se convirtió este país. Basta de robo, basta”, dijo Rosilene Feitosa, una pensionada de 61 años, en São Paulo. “Yo voté por el PT (Partido de los Trabajadores, en el poder), pero nunca más”.

La capital económica e industrial de Brasil fue el corazón de las marchas contra el Gobierno el año pasado, llegando a concentrar hasta un millón de personas.

Imágenes aéreas mostraban el domingo una marea compacta de gente vestida de amarillo y verde, los colores de la bandera nacional y de la emblemática camiseta de la selección de fútbol, en una escena que se repitió en todas las ciudades

Grandes centros urbanos como Belo Horizonte, al sureste, e incluso tradicionales bastiones del PT, como el estado de Bahía o Pernambuco, en el noreste, también tuvieron grandes convocatorias.

Efervescencia política. En medio de citas que alusivas al “fin del ciclo” tras más de 13 años del PT en el poder, los manifestantes se quejaron por el derrumbe de la economía, que cayó 3,8% en 2015 y continuaría su declive este año, conformando la peor recesión en un siglo, y por los escabrosos hallazgos de la investigación en Petrobras, desde donde se desviaron multimillonarios fondos a los partidos que integran la coalición de gobierno.

“Cayó Cristina, cambió el Congreso en Venezuela, perdió Evo, y ¿quién caerá ahora? Dilma”, gritó uno de los organizadores de la protesta en São Paulo desde un camión, en referencia al término del mandato de la presidenta Cristina Kirchner en Argentina y a las derrotas sufridas por el oficialismo socialista en las legislativas en Venezuela y el mandatario boliviano Evo Morales en un referendo que le negó un potencial cuarto periodo.

Unas 300 personas se reunieron frente a la residencia del ex presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, convertido ahora en uno de los blancos de los fiscales que investigan causas de corrupción y con pedido de prisión preventiva.