16 sept. 2025

Unos 600 inmigrantes resisten sin alimentos ni agua en un centro papuano

Unos 600 inmigrantes cumplieron este jueves su tercer día consecutivo sin comida, agua ni electricidad en un centro de detención en la isla de Manus, en Papúa Nueva Guinea, después de que se hayan negado a abandonar el recinto.

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Los inmigrantes están resistiendo hace tres días en un refugio y se niegan a salir. Foto: visitaustralia.com

EFE.

El centro estaba gestionado por las autoridades australianas hasta su cierre el pasado miércoles, pero los inmigrantes, buena parte de ellos huidos de guerras y de persecuciones políticas, rechazan dejar las instalaciones.

Alegan que temen por su seguridad y que los alojamientos alternativos ofrecidos por las autoridades papuanas aún no están terminados.

El campamento se encuentra en unos terrenos de la Marina papuana, pero las autoridades han indicado que no usarán las fuerza para sacarlos del centro.

“Pedimos a la Marina de PNG (Papúa Nueva Guinea) que sea paciente. Somos gente pacífica que no vino a Manus por voluntad propia. Es el problema de Australia”, indicó en su cuenta de Twitter Behrouz Boochani, un inmigrante y periodista iraní desde el interior del campamento.

Boochani explica en la red social que, además de las carencias de suministros y energía, el clima tropical y los mosquitos dificultan la estancia de los inmigrantes, quienes recogen agua de lluvia que hierven con azúcar para alimentarse.

Un abogado papuano que asesora a los inmigrantes, Ben Lomai, solicitó al Tribunal Supremo papuano para que restaure el suministro de alimentos, agua y energía.

El centro de detención en Manus cerró después de que en abril el Tribunal Supremo papú declarara inconstitucional el recinto ubicado en esta isla situada al norte del archipiélago.

Las autoridades ofrecieron tres posibles ubicaciones alternativas en Lorengau, la principal población de la isla, sin precisar si dispondrán de derecho a trabajo o libertad de movimientos, denunció Amnistía Internacional.

El centro de refugiados de Manus y otro en Nauru, en el Pacífico, abrieron después de que Australia reactivara en 2012 su controvertida política de tramitar solicitudes de asilo en terceros países.

La ONU y grupos de defensa de los derechos humanos criticó con anterioridad estos centros de detención al calificar de inhumanas las precarias condiciones en las que viven los internos y los abusos que padecen.

Muchos de los internos en Manus y Nauru huyeron de conflictos como los de Afganistán, Darfur, Pakistán, Somalia y Siria; otros han escapado de la discriminación como las minorías rohinyá, en Birmania (Myanmar), o bidún, en la región del Golfo.

Los inmigrantes, en su mayoría considerados refugiados, fueron trasladados a Manus y Nauru tras ser interceptados por las autoridades de Canberra en su travesía en barco hasta Australia, que se niega a acogerlos.

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