02 dic. 2025

Una vida normal después de haber sufrido quemaduras en el 47% del cuerpo

“A pesar de las cicatrices, hago una vida totalmente normal”, asegura Jenifer Segovia, una joven que sufrió quemaduras en el 47 por ciento del cuerpo durante un incendio provocado por su padrastro cuando ella tenía 10 años.

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Una vida normal después de haber sufrido quemaduras en el 47% del cuerpo. Foto: lasexta.

EFE


Jenifer cuenta su historia en una entrevista y envía un mensaje a los niños que viven situaciones semejantes a la suya: “Aunque nos pasen cosas muy duras, podemos salir adelante, siempre que queramos hacerlo”.

El episodio que truncó su infancia ocurrió en Asunción el 29 de julio de 2007, después de una reunión familiar y de una conversación telefónica entre su madre, que estaba en España, y su padrastro.

Para Jenifer, su padrastro actuó movido por el miedo o por los celos con la intención de hacerle daño a su pareja, sabiendo que el mayor perjuicio que se le puede causar a una mujer es a través de sus hijos.

Aquella tarde de domingo, Jenifer decidió ir a la habitación de su madre para ver la televisión y, de repente, entró su padrastro, quien arrojó una botella de thinner al suelo, encendió una cerilla y la lanzó sobre el líquido inflamable, que comenzó a arder.

“Me asusté y salté encima de él para intentar salir de la habitación, pero él había echado el pestillo de la puerta. Él me agarró y me tiró con todas sus fuerzas al suelo. No sabría decir cuánto tiempo estuve allí, pero cuando me desperté me puse muy nerviosa”, precisa.

Toda la habitación estaba en llamas, mientras su padrastro permanecía en la puerta impidiéndole el paso y, cada vez que ella se acercaba, la empujaba hacia el interior.

“Él me agarró del pelo, me metió toda la cara en el fuego y me dijo que ya no sería la princesita de papá”, recuerda Jenifer.

En cuanto consiguió que la soltara, pensó que no iba a salir de allí, se apoyó en la pared y empezó a recordar todo lo que le había pasado, a su madre y a sus hermanos, explica.

De repente, vio que entraba luz en la habitación y escuchó a su hermana gritando su nombre, después de abrir la puerta a patadas.

“Él se quedó detrás de la puerta. Me miraba y sonreía. A mí me daba mucho miedo, pero al final salí corriendo por una esquina de la habitación”, asegura.

En la calle se encontró con sus vecinos y corrió de un lado a otro de la calle hasta que localizó a alguien que pudo acercarla hasta un centro hospitalario.

Permaneció ingresada en el Hospital del Quemado de Asunción durante tres meses y, con posterioridad, tuvo varios ingresos por periodos más breves, de una semana o un mes.

Su madre, que tenía trabajo en España, la llevó a Madrid cuando aún tenía heridas en la espalda, que requirieron su hospitalización otro mes.

“Yo no tuve infancia. Me la arrebataron totalmente. Durante cuatro años, estuve encerrada en mí misma. No quería verme en el espejo. No quería ver a nadie. No quería que nadie me viera. No quería salir. No quería ir al colegio porque los niños me hacían bullying”, detalla.

En plena adolescencia logró superar el encierro con la ayuda de un psicólogo, luego de seis años. “Lo que no hay que hacer nunca es negarse a recibir apoyo”. señala.

“Me ayudó a quererme a mí misma. Soy capaz de ir a la playa y ponerme un biquini. Me da igual que la gente me mire. A pesar de que tengo cicatrices, yo hago una vida totalmente normal”, recalca.

Jenifer se ha visto sometida a 74 intervenciones quirúrgicas desde el suceso. “Tengo asumido que siempre voy a estar entre quirófanos. Si no es operándome, será operando, porque quiero ser cirujana”, indica.

Esta joven que ahora tiene 19 años cursa estudios de técnico en emergencias sanitarias y comienza su segundo año de Bachillerato con el objetivo de llegar a la Universidad para ser médico.

Expresa su deseo de prestar ayuda a niños que atraviesan circunstancias semejantes a las que ella vivió. “Me gustaría que esos niños vieran a una persona que está como ellos y que hace una vida normal. Es algo muy valioso que ellos no llegan a imaginar”. Jenifer, que tiene el blog “A por una sonrisa más”, considera que hay que dejar de lado los complejos, quererse uno mismo, buscar ayuda y disfrutar de la vida.

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