08 may. 2025

Una muestra parisina revela cómo Balzac inspiró a Arroyo, Aillaud y Recalcati

París, 26 ene (EFE).- El amor entre una pantera y un soldado francés perdido en el Egipto de 1798, y en la novela “Una pasión en el desierto” de Balzac, comparten protagonismo en París a partir de mañana en una exposición que reúne los 13 cuadros de Arroyo, Aillaud y Recalcati fundadores del movimiento Figuración Narrativa.

Parte de la muestra de la exposición "Una pasión en el desierto" de Balzac, presentada hoy en la Maison de Balzac de París. EFE

Parte de la muestra de la exposición “Una pasión en el desierto” de Balzac, presentada hoy en la Maison de Balzac de París. EFE

Raramente expuesta desde mediados de los años 60 en París, la serie completa de ese manifiesto pintado en 1964, a tres manos y sin firmar, por Eduardo Arroyo (Madrid, 1937), Gilles Aillaud (París, 1928-2005) y Antonio Recalcati (Bresso, 1938), vuelve a verse en Francia por primera vez desde los años 90.

La acoge hasta el próximo 21 de mayo la Maison de Balzac, museo dedicado al prolífico padre de la novela realista del siglo XIX, que la ciudad de París gestiona desde hace más de medio siglo en la única vivienda suya que se le conoce, donde residió entre 1840 y 1847 y donde recopiló “La comedia humana”.

Balzac (1799-1859) había escrito “Una pasión en el desierto” diez años antes de trasladarse allí, perseguido por sus acreedores y con un nombre falso para alquilar un apartamento de cinco habitaciones en las entonces mal vistas afueras de Passy, sede hoy de su coqueto museo en el elegante distrito XVI de la capital, junto al Trocadero.

En España, el conjunto se expuso a finales de 2015 en el Matadero Madrid, en el seno de una exposición sobre literatura y artes pictóricas comisariada por Arroyo y Fabienne Di Rocco.

El director de la Casa de Balzac y comisario de la muestra, Yves Gagneux, que inició hace un lustro la búsqueda de esta serie con vistas a la exposición, prolonga con ella la estrategia de explorar las influencias ejercidas por la literatura de Balzac en artistas contemporáneos.

“Todos los caminos son buenos cuando llevan a Balzac”, se trata, ante todo, de “dar ganas de leerle”, dijo a Efe al margen de la presentación.

Recordó, asimismo, que el manifiesto de la Figuración Narrativa en ningún momento intenta ilustrar, sino contar y practicar arte desde una óptica política y antiburguesa, en lucha contra corrientes dominantes de su época como el pop art y el arte conceptual.

De hecho, el colectivo “asesinará" poco después en otra serie mucho más polémica al inventor del “ready-made” (arte encontrado), en “Vivre et laisser mourir ou la Fin tragique de Marcel Duchamp”, hoy conservada en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Breve y contundente, pero apta para todos los públicos, la novela de Balzac es una de sus obras poco conocidas todavía en la actualidad.

El autor dio en ella un oasis del desierto egipcio para situar la pasión fatal entre la pantera y el joven soldado provenzal de 22 años, ya inválido, que había participado en la Batalla de las Pirámides del Ejército bonapartista, antes de ser secuestrado y de perderse al huir de sus captores.

Presentados junto a los fondos del museo en sus primeras salas o reunidos en tres salas de su planta baja redecoradas para la ocasión, los cuadros llaman poderosamente la atención.

Entre las dunas salvajes transcurre gran parte de la acción y de la serie pictórica, aunque esta mucho más literalmente centrada en la sulfurosa relación amorosa que la novela, pues donde tres puntos suspensivos resumen en el texto su forma más carnal, varios cuadros plasman diferentes contactos posibles, coito incluido.

Más allá del ayuntamiento plástico entre la bella bestia y el combatiente, el pudor de Balzac encuentra su eco en un beso de tintes cinematográficos, que recuerda el célebre ósculo de Greta Garbo y John Gibert en “La mujer ligera” (A Woman of Affairs), dirigida en 1928 por Clarence Brown.

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