Como hoy es el último día del 2017, es el momento ideal para realizar un balance del año que está despidiéndose. El balance podría ser económico, social o ambiental, pero será político, porque este año ha sido eminentemente político.
La política ha dominado los titulares de los diarios y las discusiones en todos los ámbitos de la sociedad y el principal protagonista político ha sido el presidente Cartes.
Desde enero hasta fines de marzo los titulares de los diarios, los segundos en la televisión y los espacios en las redes sociales fueron ocupados por los simpatizantes y los opositores a la modificación de la Constitución vía enmienda para permitir la reelección presidencial.
Cuando este proyecto de reelección fracasó, en abril y mayo las discusiones políticas giraron en torno a quién sería el candidato elegido por el presidente Cartes para competir en las elecciones presidenciales y cuando Santi Peña fue elegido, el tema dominante hasta diciembre fueron las internas de los partidos políticos, especialmente, las del Partido Colorado.
Este es el resumen de los acontecimientos ocurridos durante el 2017, pero para comprender la política en el Paraguay tenemos que saber que los cinco años del mandato presidencial se dividen en dos tiempos de características muy diferentes.
En los primeros dos años no existen elecciones y el presidente puede dedicarse a gobernar. En los siguientes años estamos llenos de elecciones: para elegir a las autoridades de los partidos políticos, a los intendentes y a los miembros de Juntas Municipales, al presidente, vicepresidente y gobernadores y a los miembros del Senado, de Diputados y de las Juntas Departamentales.
Pero para comprender el comportamiento de los presidentes en el Paraguay también tenemos que saber que todos desean ser reelectos, pero nuestra Constitución no lo permite. Todos desearon su reelección, pero la mayoría de los presidentes de la era democrática (Wasmosy, Cubas, González Macchi, Lugo, Franco) tuvieron que concentrar sus limitadas fuerzas en mantenerse en el cargo.
Las excepciones fueron Duarte Frutos y Cartes y es impresionante cómo los dos siguieron el mismo derrotero y cometieron los mismos errores.
Ambos tuvieron una buena gestión en sus primeros dos años de gobierno, Duarte Frutos saneando las finanzas públicas que se encontraban en default y Cartes impulsando un agresivo programa de construcción de infraestructura.
Pero ambos comenzaron a perder el rumbo a partir del tercer año de gobierno, cuando los dos dejaron de gobernar y empezaron a inmiscuirse en las diputas electorales.
Ambos quisieron controlar al Partido Colorado metiéndose a competir en las internas para elegir a sus autoridades. Duarte Frutos se candidató para presidente aunque legalmente no podía ejercer ese cargo y Cartes “inventó” un candidato, Alliana, que no prometía ser más que un simple secretario del presidente.
Ambos quisieron torcer la interpretación del texto de la Constitución buscando habilitar la reelección por la vía de una simple enmienda. A Duarte Frutos le detuvo una manifestación multitudinaria en el centro de Asunción y a Cartes le detuvo la quema del Congreso, el atropello al PLRA y el asesinato de Rodrigo Quintana.
Ambos, ante la imposibilidad de la reelección quisieron seguir controlando el poder eligiendo a su candidato para la presidencia, que en ambos casos fueron outsiders sin experiencia política, sin trayectoria en cargos electivos y, sobre todo, sin el apoyo de las bases coloradas.
Esta falta de apoyo a sus candidatos, los obligó a convertirse en los candidatos de hecho recorriendo el país y usando cuanto acto de gobierno existía para hacer proselitismo.
Duarte Frutos perdió en las elecciones nacionales y llevó al Partido Colorado a la llanura; Cartes perdió en las elecciones internas de su partido y puede llevar al Paraguay a muchos y muy dañinos meses de ingobernabilidad.
Es lamentable que nuestros presidentes no aprendan y tropiecen siempre con la misma piedra.
