Hace días acababa el artículo con estas frases: “Apostemos por la dignidad de este pueblo. Ayudémosle a tener conciencia de lo que ocurre. Fomentemos su unión y organización. Así este pueblo, ya despierto, decidirá y venceremos con él”.
Este, ciertamente y con dolor, es el momento de denuncias y manifestaciones, de huelgas y presiones. Pero sobre todo es la ocasión que no se puede desaprovechar, de despertar la conciencia. “Tener conciencia es más que saber. Es como abrirse la mente a todas las consecuencia de lo conocido y eso nos conmueve profundamente. “¡Alguien se está enriqueciendo a mi costa. Yo estoy sufriendo apreturas económicas sin tener que sufrirlas legalmente. Me están robando. Y la Justicia nada hace ¿Cómo no me di cuenta antes?...”.
Toda concienciación, primeramente, crea alegría, fuerzas, inquietud, ganas de luchar. La concienciación es una experiencia inolvidable que se ha de vivir personal e individualmente. Este primer paso es absolutamente necesario.
El segundo paso es que el que se ha despertado en su conciencia social o política busca a otros, asiste a todo lo que se refiere a su nuevo estado interior y comienza a comprometerse.
Hasta aquí todo está bien. Pero si no da el tercer paso se cansará un día o se convertirá en un activista crónico.
Lo principal viene ahora. Necesita organizarse, entrar en una organización o movimiento para disciplinar todo ese impulso, aprender mucho más que el mero haberse despertado y multiplicar sus fuerzas entrando en un engranaje humano. Y esto no es fácil. Es como nacer de nuevo. Es como multiplicarse en los compañeros
Termino: Solamente organizados detendremos el hundimiento del Paraguay.