Una de las primeras medidas para la prevención es el lavado frecuente de manos. Esta práctica ayuda a eliminar los gérmenes. Evitar el contacto con personas enfermas evita que los virus puedan expandirse.
El reposo domiciliario también es más que importante, ya que además de ayudar a la recuperación, contribuye a evitar el contagio.
Cubrirse la boca y la nariz y no tocar estas zonas del cuerpo más los ojos cuando uno está resfriado o con gripe, es otro paso que evita que la enfermedad sea exportada a otra persona. Beber mucha agua, hacer ejercicios, tomar abundante líquido y otros hábitos saludables también dejan arriba los escudos contra los maléficos virus. Entre las medidas no queda de lado la vacunación contra el virus.