06 ago. 2025

Responsabilidad

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

La madre de todas las batallas cívicas se librará en el campo de la gestión en la democracia paraguaya. El Estado será el escenario de la más grande confrontación entre mandantes (el pueblo) y mandatarios (funcionarios y administradores electos). Del resultado emergerá una democracia más sólida o acabará ella en manos de quienes, en nombre de castigar el sistema, gobernarán de manera autocrática.

No hay día en que algún hecho orientado hacia esa confrontación no se dé, de manera constante y persistente. Esta semana, un audio filtrado de la Justicia Electoral fue elocuente al mostrar cómo una hermana de la ministra de la Corte Miryam Peña reclamaba un incremento de su salario, mientras desde la otra parte de la conversación procuraban hacerla entender que lo incrementado ya era superior a lo que podría reclamar, y que debería estar muy contenta y agradecida por ello. La cifra reclamada era de tres millones de guaraníes más, luego de haber recibido un aumento de seis millones.

En la Corte, mientras tanto –en la misma semana–, en un proceso dominado por una sospechosa celeridad, afirman que no deben dar a conocer sus bienes como cualquier otro funcionario, debido a su condición de administradores de la justicia.

Mientras la calidad del servicio baja, los hechos de corrupción aumentan y nuestros mandatarios siguen sin entender la lógica de sus mandantes y se mofan de ellos con acciones y decisiones irritantes. El escándalo de la llamada “matriz salarial” bajo el gobierno de Horacio Cartes, en vez de establecer los ingresos proporcionales a la responsabilidad de la tarea, sumó todos los rubros y abultó la remuneración, presionando sobre el futuro de la Caja de Jubilaciones del sector, pero por sobre todo destruyendo la tarea pendiente de discriminar ingresos basados en una racionalidad de los mismos.

Ahora, en las retribuciones se encuentran desde el maldito “presentismo”, títulos, bonificaciones familiares, asistencias múltiples y responsabilidad por el cargo, además del salario mismo establecido por la tarea. Todo aquello era una forma paralegal de equiparar los ingresos, para establecer una mejor retribución.

En vez de limpiar toda la carga accesoria al salario, ahora colocaron los agregados a la base, estableciendo una nueva “matriz”, de alto contenido injusto, que irrita a la mayoría de la población, que con sus ingresos sostiene el pago de sus funcionarios.

Mientras esto acontece en la Administración Pública, las empleadas domésticas piden ganar el salario mínimo y la estructura del Estado, en general, se sume en una incompetencia e irresponsabilidad que irrita y provoca a la ciudadanía.

Organizar el Estado al servicio de los mandantes es la gran tarea de cualquier gobierno que resulte electo el próximo 22 de abril. Esto no aguanta más. La escasa valoración del cargo, los privilegios irritantes, salarios exorbitantes, funciones inexistentes, pobre calidad de servicio, coto de caza de familias completas y constante corrupción nos están llevando a una degradación de la democracia como sistema, que es percibida cada vez más como el espacio de privilegios de una casta, en detrimento de la gran mayoría social que debe sobrevivir como pueda.

Las grandes revoluciones surgen sobre toda esta base injusta que sostiene un sistema dominado por la irresponsabilidad y la falta absoluta de compromiso por reformar este Estado, convertido hoy en el gran problema de la democracia paraguaya.