03 may. 2025

¿Quiénes apoyan a Trump?

Por Alberto Acosta Garbarino Presidente de Dende

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Alberto Acosta Garbarino

La aparición de Donald Trump en el escenario político de EEUU ha sido como un huracán que puso patas para arriba toda la estantería sobre la cual se apoyó siempre la política norteamericana.

Con un aspecto físico excéntrico y casi ridículo, con declaraciones incendiarias y ofensivas y con un programa de gobierno plagado de contradicciones, la mayoría de los expertos afirmaban que el “fenómeno Trump” iba a ser pasajero y que iba a evaporarse con la misma rapidez con la que había aparecido.

La realidad fue muy diferente, porque a medida que pasaba el tiempo su candidatura iba consolidándose al tiempo que sus iniciales 17 candidatos rivales iban retirándose. Y el candidato que parecía que iba a ser pasajero, terminó arrasando en la convención del Partido Republicano, llevándose el 60% de los delegados.

Hoy, a poco menos de 10 días de las elecciones nacionales, a pesar de estar Donald Trump desprestigiado, aislado y sin el apoyo de su partido y tener enfrente a una Hillary Clinton que tiene el apoyo incondicional del Partido Demócrata, de los principales medios de comunicación, de los banqueros de Wall Street y de los sindicatos de su país, las encuestas siguen mostrando una escasa diferencia entre ambos.

A pesar de todas las barbaridades que ha dicho Trump a lo largo de la campaña electoral, el nivel de apoyo que le dieron las encuestas nunca ha bajado del 40%. Ante esta realidad uno tendría que preguntarse: ¿quiénes son esas personas que lo apoyan?

Para responder a esta pregunta, tenemos que hacer una revisión de lo ocurrido en las últimas décadas en los Estados Unidos y encontraremos que 30 años atrás existía una enorme correlación entre el éxito de las empresas del país y el bienestar de los ciudadanos norteamericanos.

Alfred Sloan, uno de los primeros presidentes que tuvo la General Motors, acuñó una frase muy famosa: “Lo que es bueno para General Motors es bueno para los Estados Unidos”. Y era cierto, porque si a la General Motors le iba bien, ampliaba su fábrica, contrataba más gente y pagaba más impuestos y todos esos beneficios quedaban en el país.

En las últimas décadas, la economía mundial se ha globalizado gracias a la aparición de internet y a la revolución en logística y las grandes fábricas que antes elaboraban el producto terminado en una gran planta ubicada en los Estados Unidos, ahora lo hacen en cientos de fábricas más pequeñas ubicadas en cualquier lugar del mundo, especialmente en el Asia.

Esta nueva realidad hace que con la globalización a las grandes empresas norteamericanas les vaya muy bien, pero a los ciudadanos norteamericanos de la clase media, les vaya bastante mal.

Han perdido empleos que fueron llevados al Asia donde es más barato producir y han perdido empleos poco calificados, dentro de los Estados Unidos, por el ingreso de inmigrantes –muchos indocumentados– que trabajan más duro y por menos paga.

Estos dos fenómenos hicieron que la enorme clase media norteamericana que antes era el pilar de la economía de ese país, tanto para producir como para consumir, vaya reduciéndose muy rápidamente. En 1971 la clase media se llevaba el 61% del ingreso nacional y hoy se lleva el 49,9% del mismo.

La mayoría de esta gente es blanca y anglosajona y el discurso de Trump en los que hecha la culpa de todos los problemas de desempleo y de inseguridad a los chinos, a los mexicanos y a los musulmanes, es un discurso muy sencillo y que llega muy bien a esa clase media que se ha empobrecido en los últimos años y que se refleja en ese 40% que lo sigue apoyando.

Ese mismo discurso de Trump se escucha ya hoy en la mayoría de los países desarrollados y es la causa del avance en los mismos de la derecha populista y nacionalista.

Esa que tan bien encarna Donald Trump.