24 abr. 2024

Que no duela el amor

La violencia en la pareja comienza mucho antes de la convivencia. Por eso, la prevención se debe encarar desde el noviazgo. Dos expertas nos aconsejan cómo lidiar con el amor que agrede.

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“Me dijiste que te ibas a dormir a las nueve y tu última conexión fue a las diez”. O “no me estás respondiendo los mensajes y resulta que estás publicando en Facebook”. Son conversaciones vía redes sociales, habituales en una pareja joven de novios. Nada anormal, aparentemente. Pero en esas palabras puede estar escondido el germen de la violencia, una que puede tener consecuencias fatales.

Es en la época de noviazgo cuando aparecen las primeras manifestaciones. “Estamos dentro de una cultura machista patriarcal en la que en general el varón empieza a ejercer control sobre la mujer ya cuando están de novios, cuando le pregunta adónde fue, u opina sobre cómo se viste, cómo se peina. Empieza de forma suave y luego se va acrecentando. Tenemos que entender que el control ya es una forma de violencia”, afirma la psicóloga Lilia Giardina.
Con una experiencia profesional de 36 años, Giardina se desempeña actualmente en el servicio de atención a las víctimas de violencia. Los casos que le tocó tratar le permiten afirmar que las primeras señales de esta situación son el control y los celos exagerados. “Después ya se enojan más (los varones), porque no les obedecieron. Luego vienen los empujones, empiezan a elevar la voz, a ejercer una violencia psicológica que lastimosamente termina en violencia física”, asegura.
Generalmente, ni la víctima ni el victimario toman conciencia de lo que sucede y se llega al punto en que la violencia se naturaliza y queda instalada en la sociedad. Esta situación se refuerza a través de otros estímulos, como las películas, la mayoría con contenido de escenas violentas.
Sembrando conciencia
Esta realidad impulsó al Ministerio de la Mujer, con el apoyo de la Itaipú Binacional y del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), a lanzar la campaña Noviazgo sin violencia: Bloqueá la violencia. “Comenzamos en 2014, cuando decidimos trabajar en la prevención tras detectar que a los servicios acudían mujeres cada vez a más temprana edad, por violencia extrema. Así identificamos que esas características no surgían en la convivencia, sino que venían desde el noviazgo, que muchas veces empieza a los 15 ó 16 años”, dice Silvia Blasco.
Según la psicóloga, quien además es jefa de Prevención en el Ministerio de la Mujer, durante la adolescencia los signos de la violencia en el noviazgo son casi invisibles y se consideran normales las conductas controladoras, lo que dificulta su detección oportuna. Sin embargo, asegura que es posible construir mejores formas de relación basadas en la promoción y en el respeto de los derechos, incluyendo la igualdad entre mujeres y hombres.
La campaña es un llamado a bloquear la violencia hacia las mujeres, rechazándola desde la adolescencia. La evidencia muestra que los programas escolares de prevención en el noviazgo pueden ser eficaces, ya que la violencia no es una conducta innata en las personas: se aprende, se tolera y —en algunos casos— hasta se justifica y naturaliza. Pero, al ser una práctica aprendida, se puede cambiar.
Los tres años transcurridos desde que la iniciativa se puso en marcha permitieron descubrir aspectos ocultos en la génesis del problema. “Fuimos desarrollando estrategias a medida que ellos (los jóvenes en pareja) nos iban comentando cómo se relacionaban; y detectamos que lo hacen mucho a través de las redes sociales y que ahí ya empiezan los mecanismos de control que llevan a relaciones nada saludables”, comenta Blasco.
Hoy en día, las redes sociales tienen una fuerte influencia en las relaciones de noviazgo de adolescentes, pues es generalmente en el mundo virtual donde manifiestan sus alegrías, preocupaciones, frustraciones y penas. Por ello no es de extrañar que una relación empiece y termine desde el celular. Es por eso que la campaña centra su mensaje en identificar y bloquear la violencia, especialmente la relacionada con los mensajes que indican maltrato por parte de la pareja, ya que la violencia virtual también es real.
“Hoy los chicos preguntan por WhatsApp: '¿Querés ser mi novia?’, y ya ni siquiera se molestan en escribir textos, es a través de emoticones. Hasta las actualizaciones son mortales, porque hay puños que te pegan: es más fácil transmitirle ese mensaje, una cara y un puño. Es decir, el chico le está pegando a la novia a través de un mensaje gráfico. No hay una violencia física, porque no están cara a cara, pero eso puede derivar en violencia extrema muy rápido”, advierte la psicóloga.

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A prueba
El uso de las redes sociales para relacionarse con otras personas trajo consigo el cambio de varios paradigmas asociados al noviazgo. Y uno de los más llamativos es que hoy las pruebas de amor ya no son las mismas que antes. En la actualidad, entre los jóvenes y entre los que ya no lo son, el amor se demuestra compartiendo la contraseña del celular con la pareja.
“Esa es la prueba de amor que se pide hoy”, remarca Blasco. En el Ministerio de la Mujer le preguntaba a las mujeres: '¿Qué te hace pensar que tu novio te quiere?’, y la respuesta a menudo era: ‘Se pone celoso’. “Ellas se ponen contentas porque les preguntan dónde están, adónde fueron”, dice.
Pero la profesional alerta que “eso no es amor” y que los mensajes con los que crecen los chicos están distorsionados, porque “el amor no te hace sufrir, no te hace llorar, no duele. Lo que duele es la traición, la mentira, el control, la manipulación. El amor, si es saludable, no duele”.
Claro que el control y la manipulación no son exclusivos de los varones. Sin embargo, cuando provienen de las mujeres, generalmente es más por una cuestión de reciprocidad, opinan las expertas. Si bien es cierto que las jóvenes también pueden pedirle su ubicación al novio, en estos casos es habitual que él se niegue profiriendo amenazas y reclamos tales como “no confiás en mí, no me querés”.
Las intenciones también están solapadas en las palabras, y las excusas para ejercer control están ocultas en expresiones que lo justifican, tales como “es porque me preocupo”. Sin embargo, estas frases esconden la verdadera razón del interrogatorio.
El objetivo de la campaña es, precisamente, que las mujeres puedan detectar esas características solapadas. “Pero no solamente ellas; ellos también deben darse cuenta para no repetir esas conductas. Estamos hablando de conductas, estereotipos, características, roles que la sociedad me está imponiendo”, apunta Blasco.
El ciclo de la violencia ya empieza en la familia. “Había un dicho antiguo que expresaba: ‘La letra con sangre entra’”. Es decir, si se aprendía algo era con la vara, en la familia y en la escuela. Y así se iba reforzando la violencia, hasta que empezaron los movimientos de mujeres, de psicólogos, de sociólogos, a advertir de que eso no era aprendizaje, sino sometimiento; y sometimiento por el miedo”, aporta Giardina.
Empezar con los chicos
En 1989, Paraguay ratificó los derechos de la infancia y se empezó a tomar conciencia de que los castigos físicos eran hechos de violencia. Fue un paso adelante para entender que muchas de las agresiones hacia la pareja, producidas en la adolescencia y en la adultez, tienen su germen en las experiencias adquiridas en la niñez.
“Un niño debe ser tratado con amor, dulzura, contención, pero poniéndole pautas cuando no obedece, no responde, o cuando no sigue las consignas. Claro que esto no significa que los niños puedan hacer todo lo que se les ocurre y conseguir todo con berrinches. Pero si se les escucha, se les atiende, se les aplauden las buenas conductas, en la adolescencia es muy difícil que tengan actitudes violentas sobre otro sujeto”, explica Giardina.
En opinión de Blasco, en esta situación no hay culpables sino responsables, porque el aprendizaje para una relación sin violencia comienza en la casa y sigue en el ámbito educativo. “Fuimos arrastrando esta cultura. Nos enseñaron que el hombre tiene que educar a la novia, moldearla como él quiere. Y qué importante es trabajar en la prevención desde la adolescencia, cuando todavía son maleables”, asegura la funcionaria.
¿Y cuando es la mujer la agresora? La violencia de lado de las mujeres también tiene que ver con el patriarcado, según las especialistas, y esa situación se da porque las personas se sienten muy disminuidas e inseguras en ese contexto. Por eso intentan ejercer poder, para sentirse más seguras.
La psicóloga sugiere que la campaña preventiva sea continua y que involucre a los ministerios de Educación y de Salud Pública. “Desde Educación se puede llegar a los niños desde la primaria; y si se sensibiliza al personal de blanco para detectar algún síntoma de violencia en la primera consulta, entonces la prevención podrá ser más efectiva”, propone.
Uno de los pilares de la campaña es trabajar no solo con las mujeres, sino también con los varones, y hacerles entender que esas conductas violentas no son normales ni naturales ni genéticamente heredadas. Que se pueden cambiar y que si es una construcción, puede ser deconstruida.
“En esto de la violencia, lo más grave es callar, esconder, no socializar con la amiga ni con la compañera, porque entonces va a recrudecer. Lo importante es hablar sobre eso, tomar conciencia de que hay que detener la violencia. Cuanto más se hable del tema, mejor”, considera Giardina.
El combate a la violencia en el noviazgo incluye grandes dosis de voluntad, sobre todo entre los integrantes de la pareja, quienes son los que deben estar dispuestos, primero, a escuchar e identificar los síntomas, y después a cambiar conductas. Y recordar que, si duele, no es amor.

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DATOS VIOLENTOS

*De cada 10 adolescentes, tres denuncian violencia en el noviazgo.

*La adolescencia es una de las etapas más vulnerables a la violencia.

*De un total de 133 países estudiados a nivel mundial, solo el 22% cuenta con programas de prevención de violencia en el noviazgo. Paraguay es uno de los pioneros en la región en implementar esta iniciativa.

*El 95% de las consultas en el servicio de atención a las víctimas de violencia corresponde a casos de hombre contra la mujer.