13 may. 2024

Postales de la narco-religión en el Paraguay

Una llamativa obsesión religiosa envuelve a los capos acusados de envolverse con el narcotráfico: construir capillas a la Virgen de Caacupé, en algunos casos réplica exacta del Santuario principal, o inspiradas en su estilo arquitectónico. El reciente caso de Cornelio “Mitu” Esquivel, buscado por el asesinato de Magdaleno Silva, agrega una nueva pieza a la cada vez mayor colección.

Por Andrés Colmán Gutiérrez – Twitter: @andrescolman

La construcción es rústica y está pintada de un chillón color verde, pero la cúpula cubierta de vitrales traslúcidos, con una cruz en la cima, recrea con mucha libertad el inconfundible estilo del Santuario Nacional de la Virgen de Caacupé, erigido en la capital de Cordillera.

Se trata de una capilla encontrada dentro de una de las estancias de Cornelio Mitu Esquivel Maldonado, en la colonia Epopeya Nacional, del distrito de Yby Yaú, Departamento de Concepción.

Don Cornelio, o Mitu, como se lo conoce en la región, es considerado por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) como uno de los presuntos capos del narcotráfico y es requerido por la Fiscalía como el principal sospechoso de haber ordenado el asesinato del caudillo y ex diputado colorado Magdaleno Silva y otras tres personas, el pasado 5 de mayo, en pleno centro de Yby Yaú.

Mitu se encuentra actualmente prófugo de la Justicia y sus establecimientos están siendo allanados y revisados, en busca de dar con su paradero. Esta situación permitió revelar que dentro de su estancia de 19 hectáreas en Yby Yaú, -de la cual se adueñó irregularmente, ya que eran tierras destinadas a la reforma agraria, y por las cuales realizó un solo pago de 1.883.390 guaraníes en el 2010-, había construido la clásica capilla, similar a las que se han podido encontrar dentro de otros establecimientos de otros capos vinculados al narcotráfico.

En el recinto construido por Don Cornelio, dotado de equipo de aire acondicionado, se encuentra una réplica de la imagen de la Virgen de Caacupé, que ocupa el lugar central del altar doméstico, flanqueado por una imagen de cerámica del Divino Niño Jesús, un crucifijo, un retrato del rostro de Jesús adulto, un volumen de la Santa Biblia, entre otros íconos religiosos.

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La capilla de Cornelio Mitu Esquivel, en su estancia de Yvy Yaú imita el estilo del santuario de Caacupé. Foto: Archivo ÚH.

La llamativa obsesión por “bendecir el crimen”

“El narcotráfico, la mafia y el crimen organizado no tienen religión, aunque aparenten lo contrario”, había destacado meses atrás monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura del Vaticano, en un intento por establecer la postura oficial de la Iglesia Católica ante una ofensiva de organizaciones del crimen organizado por adueñarse de símbolos religiosos, a través de los cuales buscan ganar influencia en la población.

La obsesión de los capos narcos por aparecer como hombres muy religiosos y devotos de Dios y la Virgen es una práctica ya antigua, que se ha vivido en experiencia de la mafia italiana, como la Cosa Nostra o La Camorra, según el representante del Vaticano.

“El tráfico de drogas es una actividad inmoral, contraria a la religión, por su misma naturaleza. Se trata de una manera de negar a Dios y al cristianismo. El narcotraficante está automáticamente fuera de la Iglesia y es por ello que recurre a formas alternativas de religiosidad, de idolatría, que son degeneraciones de la religión”, destaca con mucho énfasis monseñor Ravasi.

Ello no impide que los capos narcos insistan en mostrarse devotos y a veces hasta con delirios místicos.

“El patrón del mal”, el narco colombiano Pablo Escobar Gaviria, se sentía protegido por el Santo Niño Jesús de Atocha, del que decía que lo salvó de un atentado.

En México existe una organización criminal narcotraficante llamada “La familia”, en donde todos los miembros son adoctrinados religiosamente.

“Se les ofrece una Biblia y se les enseña los valores fundamentales que giran en torno a la fraternidad y la superación personal. Son muy contradictorios, ya que el matar a gente no les impide tener fe en Dios y rezar por la paz en la tierra. El patrón al que adoran es San Jesús Malverde y lo hacen en margen de la Iglesia ya que ésta no reconoce sus milagros, incluso condena su culto”, destaca la investigadora Sylvia Perrin.

Otra deidad religiosa marginal a la que adoran los criminales en varios países de América Latina, incluyendo a la Argentina (especialmente en las provincias de Corrientes y Misiones) y también al Paraguay, es al llamado San La Muerte.

En su libro La Virgen de los Sicarios, el escritor colombiano Fernando Vallejos cuenta cómo los asesinos por encargo le rezan a la Madre de Jesús y mandan bendecir las balas, para que “les salga bien” el “trabajo” de matar a otras personas.

La “basilica’i” de Ciudad del Este

De entre los casos que se han ido conociendo de capos narcos que han construido capillas privadas donde rinden culto a la Virgen, a Jesús y a otros santos, el caso más emblemático es el de Tomás Rojas Cañete, alias Toma’i, quien permanece preso desde el 2011 por tráfico de cocaína.

Rojas Cañete llegó a construir hace 15 años una capilla, conocida como la “basílica’i”, que es una réplica casi exacta, pintada del mismo color, aunque a escala más reducida, del Santuario principal erigido en la ciudad de Caacupé.

La construcción se halla en el barrio Carmelitas de Ciudad del Este, en un sector del amplio terreno donde el capo también levantó su lujosa mansión.

En un reportaje realizado años atrás por Última Hora, Rojas Cañete y su esposa Ramona habían relatado que decidieron construir la réplica del Santuario como pago de una promesa a la Virgen de Caacupé, cuando le pidieron que ayude a la curación de uno de sus hijos pequeños, afectado por una rara enfermedad.

Tras obtener el “milagro”, cumplieron al mandar edificar el llamativo oratorio, donde además se comprometieron a celebrar anualmente una gran fiesta social y religiosa para la gente del barrio.

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La basílica’i de Toma’i, en Ciudad del Este, recrea hasta los colores del santuario de Caacupé. Foto: Archivo ÚH.

A pesar de que casi todos los pobladores del barrio conocían versiones de que Toma’i se dedicaba al tráfico de drogas y a otras actividades ilícitas, con las cuales presuntamente había logrado amasar una gran fortuna, una gran multitud se congregaba cada 8 de diciembre en el lugar, para celebrar el Tupãsy ára.

Las misas eran celebradas por sacerdotes de la diócesis de Ciudad del Este. Según una cobertura realizada por la redacción regional de Última Hora, en diciembre de 2009, fue el cura párroco Fabio Recalde, de la Parroquia Sagrada Familia, quien ofició las celebraciones religiosas.

Tras una procesión de dos kilómetros portando la imagen de la Virgen de Caacupé, escoltada por jinetes a caballo y promeseros, se realizaba un karu guasu (gran comilona), en enormes mesas colectivas que se instalaban en plena calle clausurada, bajo toldos, frente al Santuario.

En el 2009, según el reportaje de ÚH, Toma’i ordenó faenar 15 reses vacunas para ofrecer un gran karu guasu (gran comilona) con asado a la estaca, acompañados de grandes fuentes de sopa paraguaya, ensalada, mandioca y abundante bebida.

En la madrugada del 4 de setiembre de 2011, tras un operativo de investigación y vigilancia que se prolongó durante 10 meses, la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) logró capturar a Tomás Rojas Cañete, alias Toma’i, junto a varios de sus capangas, entre ellos su hermano Marcos Rojas Cañete, con un cargamento de 101 kilos de cocaína.

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La procesión de la imagen de la Virgen de Caacupé que pertenece al narco Toma’i Rojas en Ciudad del Este. Se repite cada 8 de diciembre. Foto: Archivo ÚH.

Los informes del organismo daban cuenta de que Toma’i se había convertido, en pocos años, “en el zar de las drogas en Alto Paraná, gracias a una sólida estructura logística y, principalmente, a una férrea protección de policías locales”.

Rojas contaba con guardia policial permanente en su residencia y gozaba de la protección de agentes de unidades especializadas con oficinas en Alto Paraná, como Interpol, Antinarcóticos y hasta del Grupo Especial de Operaciones (GEO). El capo narco se movilizaba protegido siempre por custodia policial, que evitaban que vehículos extraños se acerquen hasta su residencia.

Otros casos de monumentos narco-religiosos

Otra capilla de gran tamaño, que imita –aunque de manera no tan exacta- al modelo del Santuario de la Virgen de Caacupé, es el que construyó el capo Clemencio “Gringo” González en el patio de su mansión, en el barrio Jardín Aurora de la ciudad de Pedro Juan Caballero.

La capilla conserva el mismo estilo de la cúpula y los grandes ventanales con arcos del modelo original, aunque en lugar del color gris del santuario caacupeño, González prefirió pintarla con un color crema.

A diferencia de Toma’i Rojas Cañete, quien abrió el santuario a la población y promueve fiestas populares y banquetes cada 8 de diciembre, Gringo la mantiene cerrada y protegida por una alta muralla, con caseta de guardias armados.

“A veces hacen celebraciones, pero solo para algunos invitados. A ese señor aquí todos le tenemos miedo”, comenta un vecino, quien pide no revelar su nombre.

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La capilla de Gringo González, en Pedro Juan, también recrea la arquitectura del Santuario de la Virgen de Caacupé. Foto: Archivo ÚH.

González, actualmente prófugo, bajo la acusación de ser quien retiró los 252 kilos de cocaína robados el pasado 17 de enero de la Jefatura de Policía de Amambay, es considerado por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) como uno de los principales capos del narcotráfico en la frontera noreste, tras haber trabajado con el “padrino” Fahd Yamil y con el líder del Comando Vermelho, Fernandinho Beira Mar.

En la misma zona norte, aunque en un lugar más distante, en el área de San Carlos, departamento de Concepción, hay una estancia que lleva el nombre “Virgen Serrana”, en cuyo interior hay también una capilla dedicada a la Virgen de Caacupé.

Se trata de la estancia que perteneció al narcotraficante brasileño Arnaldo Moreira Macedo, quien se había refugiado en el Paraguay con nombre falso y se presentaba como un próspero ganadero, llegando a ser directivo de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), hasta que un trabajo de inteligencia de la policía brasileña con efectivos de la Senad llegó a capturarlo en el 2006.

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La entrada a la estancia Virgen Serrana, del narco brasileño Moreira Macedo, en Concepción. Foto: Archivo ÚH.

Otro capo con delirios místicos es el narcotraficante brasileño Jarvis Ximenes Pavao, quien sorprendía siempre a los visitantes de su estancia Cuatro Filhos, en la zona de Yby Yaú, por los imponentes monumentos religiosos que estaban sembrados a lo largo del recorrido desde la entrada hasta el casco del establecimiento.

Como Ximenes Pavao no es católico sino evangélico, no es devoto de la virgen de Caacupé, pero hay enormes esculturas de ángeles y páginas de la biblia abiertas de par en par, hechas de cemento, con leyendas de sentencias bíblicas como “No tendrás otros dioses delante de mí”, diseminadas a lo largo del establecimiento.

Junto a la mansión principal, que incluye piscinas, discotecas y canchas de bowling, hay un enorme templo construido en una altura, pintado de vistosos colores verde, amarillo y rosa.


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