El jefe del Departamento de Homicidios de la Policía Nacional, Sergio Insfrán, destacó que las imágenes de los sistemas de circuitos cerrados instalados en las inmediaciones del crimen fueron fundamentales para resolver el caso.
“A través de las cámaras divisamos a un taxista que estaba dando varias vueltas por la zona. Luego observamos que una persona se subió. Con eso se partió en la investigación”, resaltó el uniformado.
Para la institución policial ya está prácticamente cerrado el asesinato del empresario y usurero Diosnel Milciades Vera (44), quien fue ultimado a balazos en su oficina ubicada en la ciudad de Fernando de la Mora.
Insfrán dijo a la emisora 780 AM que tienen elementos suficientes para demostrar la culpabilidad de cada uno de los detenidos por esta causa, que ahora pasará a manos del Ministerio Público.
Por este hecho, fue detenido el lunes Eduardo Rojas, un catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Asunción y funcionario del Banco Central del Paraguay. El hombre es sospechoso de ser el autor intelectual del crimen.
Sonia López, quien sería pareja del funcionario estatal, y un agente de la policía identificado como Pastor Silguero Añazco también fueron detenidos en la jornada en la víspera.
CRIMEN. El drama se inició cuando el funcionario bancario y docente fue con Sonia López –con quien tiene un hijo en común– a solicitar un préstamo de G. 400 millones al empresario, porque la mujer necesitaba dinero urgente.
Para asegurar dicho préstamo, el profesor firmó un poder en donde le concede a Vera disponer de un inmueble que tiene un valor de 1,5 millones de dólares, compuesto por dos fincas y once lotes en San Lorenzo.
Sonia López también hizo un préstamo de Vera y nunca saldó la cuenta, por lo que esta, al enterarse de que Rojas pidió el dinero, solicitó al empresario recuperar su plata aumentando el monto de la deuda más los intereses.
De acuerdo con la investigación, cuando el docente fue a intentar saldar la cuenta, se encuentra con la realidad de que Diosnel Milciades Vera aumentó el préstamo indicándole que su pareja tenía una cuenta pendiente.
Además, Eduardo Rojas descubrió que el empresario se autoadjudicó cuatro lotes de su propiedad. Esta situación lo enfureció y comenzó a tramar el crimen, consumido por la rabia y la impotencia de perder sus tierras pese a saldar la deuda.