23 abr. 2024

“Paraguay sostuvo un alineamiento automático al Brasil hasta el 2003”

Hasta ese año el relacionamiento del Paraguay con el Brasil fue complaciente, dice el coordinador de una investigación sobre la política exterior del vecino país y del nuestro, cuyo resultado se plasmó en un libro que se presenta en la fecha.

Investigador.  Diego Abente fue senador, ministro de Justicia y Trabajo y embajador ante OEA.

Investigador. Diego Abente fue senador, ministro de Justicia y Trabajo y embajador ante OEA.

Susana Oviedo

soviedo@yuhora.com.py

Diego Abente Brun, junto con Fernando Masi y Carlos Gómez Florentín, son autores del libro Política Exterior Brasileña: Oportunidades y Obstáculos para el Paraguay, que se presentará hoy martes, en el Hotel del Paraguay. Se trata del resultado de una investigación que apunta a llenar un vacío porque dicen que la política exterior paraguaya respecto al Brasil se basa en conocimientos limitados, fragmentados, y en casi todos los casos, conocimientos orales. Para conocer sobre el contenido del libro, recurrimos a Abente Brun, que respondió a las preguntas de Última Hora.

–¿Qué les motivó escoger la política exterior brasileña y su impacto en el Paraguay como tema de investigación y plasmarlo en un libro?

–Esta investigación fue planteada a mediados del 2013. Tras un largo y complicado proceso obtuvimos el apoyo de Conacyt y sus resultados están hoy plasmados en este libro. El motivo ha sido que en Paraguay no tenemos investigación sobre la política exterior de los países importantes para Paraguay. ¿Cómo formularíamos nuestras políticas si desconocemos las fuerzas que guían las políticas de esos países? Comenzamos por Brasil porque es el país con el que tenemos la relación bilateral más importante.

–¿Cuáles han sido los principales aspectos de la política exterior brasileña en las últimas dos décadas?

–La política exterior brasileña en las últimas dos décadas ha tenido más continuidades que cambios, pues se basa en un objetivo estructural: obtener la máxima autonomía posible. Esta búsqueda se da en el contexto de dos realidades y se desarrolla por tanto a partir de dos vectores. El primero es su lugar en el Cono Sur y en América del Sur y por ende las políticas hacia la misma. Brasil es el país más poderoso de la región, cualquiera sea el criterio utilizado. Ocupa el 47% del territorio de América del Sur, su población representa el 48% de la población del subcontinente y su PIB más del 50% del PIB de la región. Eso le convierte en un jugador clave en la región.

Al mismo tiempo Brasil, por sí solo, es una potencia mundial intermedia, o emergente, siendo el quinto país más extenso del mundo, el quinto en población y la novena mayor economía del mundo, según el Foro Económico Mundial. Integra el G-20, el BRICS, el IBSA y próximamente la OCDE.

Su política exterior, por tanto, responde a dos lógicas distintas, aunque complementarias, la regional y la mundial. En el plano regional ha seguido un curso de desplegar y consolidar un liderazgo regional, más económico a veces (1995-2002), más político (2003-2014), otras veces. Este liderazgo le ha ofrecido oportunidades de ampliar el mercado para sus productos manufacturados y de abrir frentes de negocios para sus empresas. La política regional por tanto le otorga réditos económicos y políticos. Además tiene un valor agregado a la hora de sentarse en la mesa de las más grandes economías del mundo.

–¿Cómo ha sido y es la política exterior paraguaya con relación al Brasil?

–La relación de Paraguay con Brasil ha pasado por tres etapas. La primera (1954-1989) fue caracterizada por el alineamiento automático que distinguió a la dictadura de Stroessner en su búsqueda del apoyo de Brasil al régimen autoritario. La segunda fue el alineamiento complaciente de la transición (1989-2003), caracterizada por la necesidad de contar con el apoyo del Brasil para consolidar el nuevo proceso político. En estas dos etapas, la política exterior operaba de afuera hacia adentro. Paraguay prácticamente no tenía ni definía objetivos propios que no fueran lograr el apoyo de Brasil a la estabilidad del régimen de turno. A partir del 2003 y lograda la estabilidad democrática, la política empieza a girar de adentro hacia afuera, tímidamente primero y con más firmeza después. Es entre el 2003 y 2014. Es en este periodo que Paraguay logra instalar sus intereses nacionales en la agenda y alcanzar importantes logros, tanto en lo relativo a Mercosur, como al Focem, y luego con el Acta de Entendimiento de Itaipú de julio del 2009.

–En el campo económico, Brasil es el principal socio comercial del Paraguay. Actualmente, se está dando además un auge de inversiones brasileñas en el país. ¿Qué debería implicar esto para el Estado paraguayo?

–Que debe aprovechar las oportunidades que se presentan para diversificar su matriz productiva, aumentar y diversificar su oferta exportable, y diversificar los mercados de exportación.

–Tengo entendido que en el libro abordan el tema Itaipú binacional, obra que comparte nuestro país con el Brasil. ¿Qué rasgos resaltantes hallaron sobre el particular?

–Que es una asignatura pendiente. Si bien el Acuerdo de 2009 significó un gran logro, el Gobierno paraguayo debe profundizar en el avance en las históricas reivindicaciones emprendidas en el periodo 2008-2009: a) libre disponibilidad de la energía; b) precio justo; c) administración paritaria; y d) revisión de la deuda. El Informe del Vale Center de Columbia University bajo la dirección del Prof. Jeffrey Sachs es contundente:

“No consideramos que el Paraguay haya recibido el precio justo por su electricidad exportada a Brasil. Los vecinos de Paraguay, incluyendo pero no solo Brasil, están experimentando rápidos incrementos en la demanda de electricidad y a costos marginales que están típicamente muy por encima de USD 52.50/MWH (USD 5,27/kWh) que es lo que Brasil está pagando a Itaipú por la energía garantizada que está importando de Paraguay. La compensación que ahora paga Brasil a Paraguay debe ser incrementada considerablemente tanto teniendo en cuenta el fair market price de la energía vendida por Paraguay así como por el hecho de los históricos subprecios pagados en el pasado”.

–En la zona fronteriza Brasil-Paraguay se afincó la mafia. Se desarrolla todo tipo de tráficos, comercio ilegal y contrabando. ¿Notan que este sea un tema capital para ambos países?

–Es un tema capital y debe ser enfrentado por los dos gobiernos. Es un problema compartido. De hecho existen numerosos ejemplos de una cooperación muy importante y exitosa. Hay que incrementarla.

–¿Qué destacan en el libro sobre la migración brasileña en Paraguay? ¿Es este un tema que está siendo bien encarado por el Estado paraguayo?

–La migración brasileña es un fenómeno del capitalismo mundial. Ha tenido graves consecuencias para la pequeña agricultura campesina paraguaya y para el campesinado en general. Pero la responsabilidad principal es del Estado paraguayo, corrupto, que ha permitido y participado en el saqueo y rapiña del país y su pueblo. Hay casos, es cierto, de empresas brasiguayas que han participado de estos hechos, pero siempre en connivencia con socios paraguayos bien ubicados en las altas esferas de poder. Es urgente buscar una solución, asumiendo la primaria responsabilidad del Estado paraguayo.

–¿Qué recomendaciones finales ofrecen respecto al tema central del libro. Particularmente, en cuanto a los obstáculos y las oportunidades?

–De esto hablaremos más. Pero si desea un resumen, diría: Mucho realismo para entender cómo opera la política exterior brasileña y cuáles son sus verdaderas prioridades. Mucho patriotismo para defender con firmeza el interés nacional, que aún falta por definir con precisión. Y mucha inteligencia para identificar las oportunidades que permitan potenciar el interés nacional. Al final de cuentas, el objetivo de la política exterior del Paraguay debe ser también obtener la mayor autonomía relativa posible para la promoción de su interés nacional.

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