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Según el doctor Arbo, el Paraguay precisaba 1.400 unidades de salud para la familia (USF) para garantizar cobertura sanitaria a los habitantes de hasta el último rincón del país. Durante los tres años y medio de la gestión de la ministra Esperanza Martínez, se instalaron 704 USF y cuando a él le cupo dirigir por un año el Ministerio, en el 2012, instalaron 44 más. En cambio, en la gestión del ministro Antonio Barrios, en el presente gobierno, solo se crearon 50 USF. Con este primer dato, quiere demostrar que “hubo un descuido total de este sistema” y de otros aspectos, como la no implementación de la Ley del Fondo Nacional de Recursos Solidarios para la Salud (Fonares), pese a que salud pública, dice, demanda una mejoría progresiva en el tiempo. Algo que a criterio suyo no se ha producido bajo la gestión de Barrios que no solo pasará a la historia como “el ministro de salud que hace apología del tabaquismo”, sino como el que no conoce de salud pública y bajo cuya administración volvieron las camisetas coloradas, las asistencias coercitivas a actos proselitistas y de persecuciones “hasta a sus correligionarios”.
–¿Qué otras negligencias y retrocesos observa en el gobierno de Cartes en materia de salud pública?
–Además del desabastecimiento general, la falta de fortalecimiento institucional (basta recorrer los hospitales del interior para darse cuenta de las carencias en salud), uno de los problemas críticos que se ha tenido y que el gobierno que suceda a este va a tener que desandar es la centralización administrativa. Esta produjo un perjuicio enorme a todo el país. Con el argumento de disminuir el costo de las compras de insumos, ¿qué se hizo?, las compras no fueron oportunas, no se conocían las necesidades de las diferentes Regiones Sanitarias, faltaba todo. Por otra parte, esto impactó en el recurso humano instalado para realizar todos los procesos que implican el funcionamiento del Estado. Las Regiones Sanitarias dejaron de ser gestoras de sus propios proyectos y los transfirieron por completo a unas cuantas personas en Asunción. Esto ha sido grave y va de contramano a todo el concepto de salud pública. Los que decidieron esto, nunca leyeron un libro de los últimos años de gestión en salud, porque uno de los conceptos más importantes y actuales en este ámbito es la descentralización. El permitir la gestión de la comunidad y de las propias Regiones Sanitarias.
–¿Hasta qué punto se ha dado la partidización de la salud pública con el ministro Barrios?
–Volvieron las camisetas coloradas, la asistencia coercitiva a las concentraciones y las planillas firmadas, cambios sin fundamento de personal de salud, más en el interior que en Asunción. Todo esto ha sido un retroceso. Ni el doctor Chiola (Martín), que fue el más político que ha pasado por el Ministerio de Salud, ha causado tantos vejámenes en la salud pública como lo han producido actualmente. Y eso es imperdonable. Los concursos en salud se han interrumpido hace más de tres años. Solo ha habido residentes, que es algo totalmente diferente. Pero el acceso de enfermeras y médicos se ha interrumpido. No hay concursos para el ingreso a las unidades de salud familiar. Nunca ha habido una agresión a la institucionalidad del Ministerio de Salud como se ha observado en estos últimos años.
–Además de los arreos para participar de actos políticos oficialistas, ¿qué otro aspecto negativo resaltaría?
–Bueno, hemos visto a directores de hospitales participando en las concentraciones, obligados, y nunca ha habido una persecución tan implacable (del ministro) hasta a sus propios correligionarios. Cuando estuve en el Ministerio habíamos tenido entre los directores a al menos 10 profesores de la facultad de Medicina, entre ellos dos vicedecanos. Todo eso se destruyó. La institucionalización del Ministerio es una tarea que tendrá que reconstruir cualquiera que llegue con el nuevo gobierno. La salud es de todos, y para atenderla debe prestigiarse siempre la formación, más que la afiliación partidaria. Esto tiene un profundo impacto. Por otra parte, ha habido un desconocimiento de lo que es la promoción y prevención en la salud. Imagínense un ministro de Salud haciendo la apología del tabaquismo. No conoce la salud pública. En la historia de la humanidad nunca ha habido alguien que haya hecho la apología de algo que se sabe que daña la salud, como lo ha hecho el doctor Barrios. Pudo congraciarse con su patrón, Horacio Cartes, pero produjo un daño tremendo a la salud pública.
–De los proyectos que su administración dejó en el 2013 para ser ejecutados y que tuvieran continuidad en el gobierno de Cartes, ¿cuántos se hicieron?
–Ninguno. Habíamos dejado el Ministerio con 18 proyectos concluidos para ser ejecutados con fondos del Fonacide. Uno de ellos era un nuevo hospital de Barrio Obrero. Ya tenía su diseño completo, y habíamos firmado el convenio con la facultad de Ciencias Médicas para que mientras durara la construcción, los servicios del hospital se trasladaran a la ex sede de Clínicas, en Sajonia. Pero prefirieron parar todo y buscar otro terreno. Algo que me dolió mucho, puesto que la ley original del Fonacide no contemplaba fondos para salud. Pero habíamos trabajado intensamente para conseguir que se incluyera en la ley. Sin embargo, se han dejado 50 millones de dólares sin ejecutar, cuando podría haberse trabajado inmensamente.
–¿Cómo resumiría la gestión de Salud Pública de este gobierno que está culminando su mandato?
–Con conceptos importantes que deben tenerse en cuenta: la vuelta a una centralización, en contramano a la corriente actual en salud pública; el descuido total en la progresión hacia una cobertura universal en salud; el desabastecimiento; la caída de todos los hospitales. Imagínese, la ministra de Salud de Chile va a dejar la cartera con más de 54 nuevos hospitales habilitados durante su gestión de 4 años. Aquí lo que se ha habilitado es un Centro Ambulatorio de Especialidades en Areguá, que es producto de una licitación que nosotros hicimos. Así como habíamos comprado un acelerador lineal para el Instituto del Cáncer, que se inauguró hace 4 meses. Entonces todo ese sistema muestra una absoluta mentira e irresponsabilidad en Salud Pública, cuando esto debe ser algo serio, y llevado adelante con gente que entienda, un equipo de alto nivel. Ya no puede permitirse la politización en la gestión de la salud pública.