Es un ejercicio simple que se realiza por lo general cada cinco años. Conviene hacer un calentamiento previo en la víspera repasando cuestionamientos básicos. ¿En qué condiciones está su calle? ¿Hay una plaza cerca de su casa? ¿Está cuidada? ¿Pasa el recolector de la basura? ¿Su ciudad crece con alguna planificación? ¿Usted ve que los impuestos que paga se gastan en darle algún servicio?
Cuando entra al Municipio, ¿hay más gente limándose las uñas, wasapeando con su teléfono o tomando tereré que atendiendo a los contribuyentes? ¿Está la mayor parte de la familia del intendente y de los concejales ocupando algún cargo o cobrando algún rubro en la Municipalidad?
¿La secretaria o el secretario del lord mayor tiene menos formación pero gana más que toda su familia junta (la de usted), asiste religiosamente al gimnasio, cambia de auto como de ropa interior –lo que no hace el intendente (con la ropa interior)– y tiene en el cuerpo más plástico que neuronas?
¿Cayó el techo del colegio refaccionado por la Municipalidad sobre la cabeza de su hijo?
Una vez que haya apuntado mentalmente sus respuestas, salga afuera y otee el horizonte del barrio. Basura, baches, una plaza despelechada, casuchas derruidas, la mansión del intendente, la mansión de la madre del intendente, la mansión del hermano, la mansión de la hija, más casuchas, la mansión de la secretaria y la casucha mansión de su perrito.
Inspírese. Olvídese de polcas, banderas y colores. Pase la página a pretendidas pasiones partidarias, heredadas o impuestas, generadas por mera tradición, sin mediar el menor ejercicio de razonamiento.
Ahora haga un par de sentadillas como para desentumecer los músculos de la pierna y el glúteo y lubricar la articulación de la rodilla. Gire el pie a derecha y luego a izquierda para darle flexibilidad al tobillo y arquee el empeine para garantizar una buena coordinación de los huesos de tarso y metatarso.
Está listo. Ya puede partir al lugar designado para cumplir con su deber cívico de manera limpia y eficiente. No olvide que nadie lo estará viendo. Serán solo usted y su conciencia.
Recuerde que una coceadura bien plantada en las cachas requiere que el conjunto de huesos y tendones existentes entre la caña de la pierna y el principio de los dedos impacte con precisión en un espacio mullido entre el músculo mayor y el músculo medio del pandero.
Apunte y dispare. Una coz en las cachas, un puntapié en las sentaderas, justo donde se curva el coxis.
Es una oportunidad cada cinco años. No la desperdicie. Si su intendente fue un desastre, hágalo sin empacho. Métale una patada en... la urna.