Curiosamente, como hace un año, coincidieron estas fechas el 2016 con diversas reacciones de secundarios y universitarios sobre desafíos que les atañen.
Los secundarios, el diseño de una mejor educación y aumento del presupuesto para ella. Los universitarios exigiendo una reforma del Estatuto de la Universidad Nacional y un reajuste en la participación de los que tienen que votar ese Estatuto.
Acabó setiembre y ambas tareas no acabaron. Propiamente están comenzando. Y nos sentimos con la obligación de acompañarlos y apoyarlos, como familias y como ciudadanos en general.
Con ello nos confirmamos en algo que desde hace tiempo repetimos: ni un día, ni un mes es de la juventud. Es todo el año de ella. Porque de la juventud va a depender que esta vida cargada de ilusiones que tenemos, se prolongue en adelante con plenitud.
Y, ahora, un toque de atención.
Se están acumulando demasiados desafíos sobre esta juventud del comienzo del siglo por aquello de que no estamos en un cambio de estilo sino en un cambio de época. No se trata ahora de leer y practicar la página ya escrita de un libro. Tenemos delante un libro nuevo, totalmente desconocido que tenemos que escribir.
Y a esta juventud de hoy le va a tocar comenzar a hacerlo.
El problema de la educación es muy importante. Pero, además se enfrenta al desafío del exceso de corrupción en los gobernantes, a la falta de trabajo generalizada, al peligro de una Tercera Guerra Mundial, a una pobreza creciente porque la sociedad está organizada para exclusivo bien de unos pocos favorecidos.
Por todo esto estaremos siempre con la juventud.