28 jul. 2025

Nadie como la vieja

Brigitte Colmán – @lakolman

Iba a escribir sobre la designación de Alicia Pucheta como vicepresidenta de la República del Paraguay, y sobre el hecho de que no me siento representada por ella, por la forma en que accedió al cargo de florero. Como mucho ya se ha dicho, es el resultado del pago de favores de la ex ministra de la Corte con el presidente Horacio Cartes. Recordemos que ella habilitó al presidente para ser candidato a senador por la ANR, a pesar de que era inconstitucional.

Y para escribir sobre este tema comencé a hurgar en el archivo de ÚH y me encontré con una nota de la compañera Leticia Acosta sobre las mujeres que encabezaron listas de senadores. El artículo decía que solo cuatro mujeres encabezaron listas de candidaturas para el Senado: Lilian Soto, candidata por el movimiento Kuña Pyrenda; Josefina Duarte, presidenta del Partido Revolucionario Febrerista; María Concepción Chávez, del Partido Demócrata Cristiano, y Desirée Masi, candidata del Partido Democrático Progresista. Por cierto, de todas ellas, la única que lo logró fue Desirée y el país se perdió la posibilidad de tener a las otras en el Congreso.

Al final de las elecciones, solamente ocho mujeres van a integrar el Senado paraguayo, o sea que en la Cámara Alta va a predominar una mayoría masculina con 37 senadores varones. Ellos son los que llevarán la voz cantante de las políticas y las leyes. Una mayoría de machos manda sobre un país que tiene casi por igual cantidad de varones y mujeres (50,5% y 49,5%, respectivamente).

Volviendo al artículo en cuestión, como se sabe, el sistema habilita para que la gente deje sus comentarios, en este caso solamente había dos. Pero uno de ellos me obligó a cambiar el tema de este comentario.

Una lectora, desde su cuenta de Facebook decía: “QUÉ TAL SI LAS MUJERES FORMAN A SUS HIJOS COMO BUENOS CIUDADANOS, ¿NO SERÍA MEJOR Y MÁS PRODUCTIVO...?”.

Décadas y décadas de lucha del movimiento de mujeres y todavía en pleno siglo XXI, hay que leer estas barbaridades.

Una piensa que una sociedad que, al menos tecnológicamente, está modernizada iba a cambiar un poco más rápido sus ideas, pero no. Todavía manda el trogloditismo que pretende que las mujeres sigan en la cocina, que se dediquen solo a parir y a criar hijos y cuidar maridos, y a esperar pacientes a que alguien les abra la puerta para salir a jugar.

Hoy es el Día de la Madre, el día en que se recordará con gran dosis de cursilería a esa figura que tiene tanto peso social.

Sería mucho mejor reivindicar el papel de las miles de mujeres que son madres y que cumplen triples jornadas laborales ganando menos que sus pares varones.

Que crían hijos y maridos, les dan de comer, los educan, les acompañan en la enfermedad y en los infortunios, pero que además salen a trabajar también fuera de la casa y cuando regresan lavan la ropa, limpian la casa, preparan la comida, hacen los deberes y organizan la logística para el siguiente día.

Es cierto que es importante su papel para formar buenos ciudadanos, pero esa responsabilidad no es exclusiva suya de ellas, y nadie puede negarles su derecho a participar, a ocupar espacios de poder y decisión.

Si las mamás son tan buenas como para administrar hogares y formar ciudadanos buenos y decentes, es más que evidente que las necesitamos con urgencia en los espacios de poder. Porque como todos sabemos, no hay nadie como la vieja.