En un país donde el gasto social es de apenas 12% del producto interno bruto (PIB), en algún momento la toma de colegios debía volverse una costumbre.
Aunque se registraron algunos avances, Paraguay sigue relegado en la inversión destinada a mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
El Estado dice que destina al gasto social 54 guaraníes de cada 100 guaraníes que eroga. Esto incluye a educación, salud, viviendas, relaciones laborales, ciencia y tecnología y promoción y acción social.
Por ejemplo, a mayo de este año, el sector de promoción y acción social recibió el 28% de toda la inversión social de la Administración Central, mientras que el de educación recibió 32%, y el de salud 22%.
En el grupo de promoción y acción social se incluyen los desembolsos realizados para el programa de pensión a adultos mayores, que beneficia a cerca de 178 mil adultos mayores y programas encarados por la Secretaría de Acción Social (SAS) para atender a la población en situación de vulnerabilidad (Tekoporã, Tenonderã, Tekoha y otros).
Para poder avanzar en la mejora del gasto público, tanto en calidad como en cantidad de recursos destinados, se necesita comenzar a rediseñar el Presupuesto General de la Nación. En principio, hay que entender que no todo gasto salarial es negativo o que no tiene un componente de gasto social. Por ejemplo, dentro del gasto social, lo destinado a salud y educación incluye el salario que es pagado a los docentes y al personal de blanco.
Por ello, discutir sobre un aumento salarial para trabajadores de educación y salud debe estar apartado de cuestionamientos políticos y más que nada separado del análisis del incremento que se da a los administrativos.
Esto, porque cualquier incremento que se otorgue a la asignación mensual de docentes y médicos impactará necesariamente en el gasto social.
Otro punto que en algún momento debe ser repensado es el dinero destinado a investigación. Del total del gasto social ejecutado por la Administración Central, menos de G. 2 se destina a fomentar la ciencia y tecnología, que tiene un componente mayormente salarial que de insumos.
Así como cambió la percepción sobre la “triangulación”, que hoy es conocida como reexportación y dejó de ser considerado como acto negativo, debe comenzar a cambiar la mirada sobre el gasto salarial destinado a salud, educación o ciencia y tecnología.
Solamente con un cambio de mentalidad será posible que empecemos a exigir una mejor calidad del gasto social. Esa visión debe estar acompañada por acciones políticas, dejando de lado intereses partidarios.
Mejorar el gasto social será posible solamente con un análisis más íntimo y real sobre los beneficios permanentes en la población.