Johanna Peralta
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Júnior Caballero se acercó hasta la Redacción de ÚH para hablar sobre sus experiencias como parte de la compañía de Ballet Jörgen de Canadá.
El talentoso bailarín, de 20 años de edad, reside en Toronto, Canadá, desde hace cinco años. Allí fue a usufructuar una beca de baile y a culminar el colegio en el internado de la Escuela Nacional de Ballet del referido país de norte americano. Cuando tenía 15 años concursó en Suiza y ganó la beca siendo estudiante del Instituto Superior de Bellas Artes (ISBA). Luego fue contratado por una prestigiosa compañía de ballet.
El joven bailarín recordó que su pasión por el baile comenzó a muy temprana edad. Desde los 3 años estudió baile de ritmos latinos, hip hop, entre otros. Pero recién a los 12 fue a estudiar ballet, motivado por la maestra Gloria Oviedo. “Ella me incentivó para ir a Bellas Artes”, recuerda.
Su preparación en el ISBA fue de cuatro años. Luego, en el 2012, ya viajó a perfeccionarse a Canadá.
LEJOS. Una vez instalado en Norteamérica, se enfocó en su preparación. “Cuando vivía en el internado había una disciplina y respeto del colegio al entrenamiento”, afirmó. En sus momentos libres, los fines de semana, salía con sus amigos, iba al cine o al shopping.
Canada’s Ballet Jörgen de Toronto, Canadá, es la compañía a la que pertenece actualmente. Fue mediante una audición que logró ese puesto, después de tomar unas clases le enseñaron coreografía y lo contrataron indefinidamente.
“Ahora ejerzo mi carrera profesional y adquiero más conocimientos trabajando profesionalmente. La compañía me está incentivando a la docencia allá”, cuenta.
SUEÑOS. El artista habló sobre lo contento que se encuentra cumpliendo parte de sus sueños. “Mis sueños se están cumpliendo. Cuando ensayaba acá siempre me imaginaba estar en los grandes teatros del mundo. Y eso, en parte, se me cumplió. Sueño con tener una carrera profesional que me llene artísticamente en donde esté, siempre buscando la perfección. Ya tengo una base en otro país. Paraguay siempre será mi casa y al moverme en el ámbito del ballet, internacionalmente me brotan las ganas de aportar mis conocimientos al país. Para ello estoy estudiando cómo elaborar unos proyectos”, comparte.
BULLYING. Al principio estudiar ballet fue un poco difícil. “Me sentía desmasculinizado (sic) por utilizar medias y soporte de ballet”, asegura.
Comenta que para un nene es un shock, más todavía porque estaba acostumbrado a otros estilos de baile. “En el colegio me hacían bullying de todo tipo, me decían ‘bailarina’, pero les dejaba con la boca cerrada cuando subía a un escenario. Me hacía respetar con respeto”, afirmó.
DESILUSIÓN. Lamenta que no todos tomen con total disciplina la carrera. “Veo al ballet en Paraguay con un poco de decepción porque pierden el interés, pero siento que es por falta de una buena dirección”, expresa.
Asegura que en el país hay buenos docentes y alumnos que ponen esfuerzo, pero deberían ser todos. Siente la diferencia con Canadá, donde todos son muy profesionales, se respeta absolutamente todo, ensayo, maestros. “Lastimosamente no veo disciplina acá”.
Por último, compartió su secreto: propósito, dedicación, persistencia y perseverancia.