Las encuestas son como las fotos, solo algunos salen siempre bien en ellas. La fotogenia al igual que el buen trato de los números son dones divinos que están lejos de nuestra mísera comprensión humana y que son repartidos de forma absolutamente antojadiza. Por ello, solo debemos aprender a vivir con nuestra suerte.
Además, también los sondeos pueden ser contradictorios, pues no explican el fenómeno en su totalidad, solo se limita a exponerlo de una manera científica.
Paraguay es conocido por ser el cementerio de las teorías, donde las situaciones se rigen más por el realismo mágico que por el raciocinio más elemental. Desde hace un par de décadas, los sondeos vienen a inmolarse en nuestro patrio suelo, impermeable a cualquier lógica probada.
Última Hora publicó la semana que acaba de fenecer un sondeo de CIES, en asociación con Ibope en medición de medios, sobre la gestión de los últimos cuatro años de gobierno de Horacio Cartes. (Por cierto, hoy domingo sigue la encuesta sobre un tema más suculento: Quién gana las internas).
El interesante trabajo expone una contradicción flagrante. Pasamos a exponer.
A la pregunta de cuál era la calificación de los cuatro años de gestión del presidente, el 60,2% respondió que era mala o muy mala. Un 40,8% citó que le parecía buena o muy buena la labor del mandatario. Incluso, comparando con el año anterior, la consideración positiva sobre el jefe del Ejecutivo creció en 19,9% y se puso muy cerca de la visión que se tenía de él en su primer año de gobierno, que tradicionalmente suele ser alta, salvo catástrofes políticas.
En ese instante, el presidente, como nuevo rico, me imagino que pudo haber salido a comprar diez encuestas más.
Pero hete aquí la trampa que le deparaba el destino estadístico.
El 77,2% declaró que el presidente no cumple con las promesas que hizo en la campaña. Un 76,8% lo trató de soberbio, un 64,1% de corrupto y un 71,8% vio que no le preocupaban los problemas del pueblo.
Todas estas cifras superan el 60,2% de rechazo. Por lo que se deduce fácilmente que incluso entre los que, en principio, apoyan su gestión hay gente que cree que Cartes es soberbio, corrupto, desapegado de los intereses del pueblo, mentiroso y soberbio.
Entonces ¿por qué razón lo estarían apoyando? Las respuestas van de la ignorancia a la complicidad, pasando por el clientelismo o la pérfida idolatría a los colores partidarios.
Nuestra democracia adolece de un masoquismo terrible. Seguimos votando al menos mal o a cualquier esperpento que se lo parezca.