19 mar. 2024

Marzo Paraguayo: El dolor de perder a un hermano

Roberto Stark es hermano de Manfred, uno de aquellos jóvenes que ofrendaron sus pechos para defender la endeble democracia paraguaya. Como muchos, opina que la clase política no estuvo a la altura de la gesta, pero que la misma “valió la pena”.

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La resistencia de los jóvenes fue clave para que el oviedismo no conquiste el poder | Archivo ÚH

Por Elías Piris | Twitter: @eliaspiris

_ ¿Cuáles son los sentimientos que afloran en vos en estas fechas?

En primer lugar tristeza, por la pérdida irreparable de nuestro hermano menor y la sensación de injusticia. Creo firmemente que se pudo hacer más para identificar y juzgar a todos los responsables. Por la cantidad de heridos de arma de fuego es imposible que haya un solo tirador y, al haber más de un tirador, estamos hablando de una organización, de logística, de preparación. Y todo esto en las narices de la Policía, al lado de su cuartel principal.

El trabajo de un francotirador no es el trabajo de una sola persona, siempre se hace en equipo, al menos un observador. Eso debió considerar el Ministerio Público; el trabajo de balística tampoco fue muy convincente, la trayectoria de las balas, etc. Particularmente, creo que al menos tres personas más estuvieron ese día involucradas en los disparos, posiblemente militares o policías, ya que el trabajo de francotirador es un trabajo muy especializado. Según el material “El Costo de la Libertad”, se contabilizaron 92 heridos de armas de fuego, esto implica al menos el doble de disparos. Eso implica logística de balas, también eran de distintos calibres, distintas armas, lo que podría indicar distintos tiradores.


_¿Qué estabas haciendo la noche en la que asesinaron a tu hermano?

Estaba en la misma plaza, pero estuvimos en sitios distintos. Es que cada uno tenía su grupo, más que nada por la cuestión generacional y, por supuesto, los grupos de referencia que cada uno tiene. Sin embargo, esa noche nos encontramos dos veces, nos saludamos, reímos un poco y luego cada uno fue a su grupo.

Manfred y yo estuvimos desde el primer día en la plaza. En la primera noche resulté herido, por una golpiza que me dieron unos 13 policías, es una imagen muy difundida cuando se hace un recuento de los hechos del Marzo Paraguayo. En esa misma escaramuza fisuraron el brazo de un muchacho cuyo apellido ahora no recuerdo. Luego de que me cosieran unos puntos en la cabeza en Primeros Auxilios, volví a la plaza, ahí me encontré con Manfred, conversamos un poco y me prestó una remera, ya que la mía estaba toda manchada con sangre. Esa remera la conservo hasta ahora y, por supuesto, es imposible vestirla, es doloroso verla aún hoy. Quedé a reposar un día y luego volví al día siguiente hasta aquel doloroso viernes.


_¿Creés que valió la pena semejante sacrificio de los jóvenes en la plaza?

Claro que creo que valió la pena, nunca lo dudé. Fue una gesta única en la historia política paraguaya. El problema es que el pueblo no puede capitalizar esos eventos, queda en manos de las autoridades electas, constitucionales y, lastimosamente, la calidad de nuestros políticos siempre ha sido de bajísimo nivel. No respetaron ni honraron ese sacrificio enorme, la entrega de nueve vidas jóvenes; nunca respetaron ni les importó eso a los que tomaron el poder. En la política paraguaya hay algo que no existe, se llama honor y respeto, eso no existe en los y las políticas del Paraguay, sólo existe el interés particular, en el bienestar propio y de los allegados. Otra cosa que no existe es la vergüenza, cuanto más se enriquecen y cuanto más abusan del poder, más orgullosos se sienten, cuentan orgullosos que “colocaron” a su hijo/a o sobrino/a en algún cargo, cuando les debería dar vergüenza. Para ellos, eso es la política, “colocar” , “conseguir”, “facturar”, “aprovechar”, si no haces eso sos un “vyro”. Con gente así, que está en la política solo para eso, es imposible hacerles entender los hechos de marzo del 99, lo que significó para la civilidad y a qué costo se consiguió. Nuestra democracia se ha deteriorado, no en sus formas si no en su contenido, en su esencia, que es la participación ciudadana y el control ciudadano, y eso es por el descrédito en los políticos y en los partidos políticos.

_¿Cómo ves la coyuntura actual de nuestro país?

Creo que en cuanto a la economía seguimos por una buena senda que se empezó ya en el Gobierno de Nicanor y que se mantuvo, pero no por mérito de los políticos, si no a pesar de ellos. Aunque ahora veo que ese equilibrio en las finanzas del Estado se está poniendo en riesgo. Paraguay sigue siendo el país más retrasado de Sudamérica. Eso no cambió en casi 30 años de democracia. Sin embargo, todos los demás países avanzaron en todos los aspectos y Paraguay sigue como el furgón de cola. Por ello digo que la economía va bien, a pesar de los políticos, porque si se hicieran todas las obras en tiempo y forma que se necesitan hubiéramos estado muchísimo mejor. Cuestiones básicas como el desagüe cloacal, algo que prácticamente todos los países del MERCOSUR lo solucionaron en los 70s en el Paraguay se sigue teniendo un déficit enorme, incluso en las ciudades más desarrolladas como Asunción. Una lluvia es capaz de inmovilizar a toda la Capital por falta de infraestructura. Debería darnos vergüenza que en más de 200 años de independencia no pudiéramos solucionar el problema de los raudales de la capital del país, por ejemplo. ¡Algo que los romanos lo hicieron hace 2000 años!! Que se haya mejorado, no significa que estemos bien.

Nuestra democracia no está bien, el cáncer de la corrupción está por todos lados, ha entrado en las casas. Hay padres que cuentan orgullosos que su hijo/a entró a un cargo por medio de un padrino/a, cuando eso debería ser motivo de deshonra.

_¿Qué diferencias encontrás entre los jóvenes de 1999 y los jóvenes del año 2017?

No estoy seguro de que la ciudadanía o la juventud de hoy en día volvería a hacer lo mismo, básicamente por el descrédito que se han ganado los líderes políticos, de todos los partidos e ideologías. El ejemplo más claro de eso se dio con la destitución de (Fernando) Lugo que, a las claras, fue una medida pactada entre colorados y liberales, aprovechando simplemente que tenían mayoría. En aquella ocasión la gente no reaccionó como debía y, por supuesto, los políticos, los del Gobierno, particularmente Lugo,, no estuvieron a la altura.

Pero sí creo que existen grupos, sectores que tienen claro pelear por ciertos intereses o derechos más específicos. Por ejemplo, los estudiantes secundarios, que han demostrado en estos últimos tres años un capacidad de movilización muy sorprendente y esperanzadora, aunque esos grupos no están exentos de intentos de manipulación. En cuanto a los universitarios, creo que a pesar del UNA no te calles, que fue maravilloso, siguen siendo una decepción, han dejado por años que la UNA se partidice por completo y se repartan cargos como si fuera una feria sin ningún criterio. Esto pasó por años, hasta que se dio el fenómeno “UNA no te calles”. Lastimosamente esto no ha significado un cambio definitivo, sólo ha sido un “cháke”. Falta mucho más


_¿Qué pensás que Manfred hubiera opinado del Gobierno que se vino después del Marzo Paraguayo?

Se hubiera decepcionado, por supuesto. No me cabe la menor duda. El gobierno de González Macchi fue desastroso. Si los colorados no perdieron el poder ahí fue porque la oposición ha sido irritantemente inútil para leer el escenario político.

El Marzo Paraguayo fue un hecho histórico importantísimo para la vida social y política nacional, pero no fundamental. Su importancia no está en duda, pero no se convirtió en un hecho político que generara un cambio en la calidad de la política paraguaya ni en la calidad de nuestra democracia. No es culpa del pueblo, es culpa de la bajísima calidad de nuestros políticos. El verdadero enemigo y riesgo de nuestra democracia esta ahí, en la cada vez más baja calidad de nuestros políticos.

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