20 abr. 2024

Lectura de regalo

Verónica Porro y Rafael Fernández son una pareja como cualquier otra, pero... diferente. A los invitados a su boda les pidieron que, en vez de los regalos habituales, depositaran el importe de los mismos en una cuenta destinada a comprar libros para escuelas de Caazapá. Con esta iniciativa aspiran a crear mejores condiciones de educación para los niños.

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Rafael Fernández y Verónica Porro. En lugar de recibir regalos por su boda, optaron por pedir aportes que destinaron a comprar libros para escuelas humildes.

Foto: Fernando Franceschelli

Desigualdad. Es lo que a Verónica Porro y Rafael Fernández les motivó a tratar de disminuir la brecha entre los que tienen mucho y los que poseen poco en cuanto a oportunidades para estudiar. “Queremos que todos los niños tengan un mismo punto de partida, igualdad de oportunidades, no como hoy, que los chicos de Caazapá están a 300 metros detrás de la línea de largada”, afirman.
Cuando estos profesionales, que tuvieron la oportunidad de formarse en el exterior, planearon su boda, pensaron en darle un propósito al momento más feliz de sus vidas, un significado que trascendiera la celebración. “Ya teníamos todo. No nos faltaban electrodomésticos ni muebles, así que pensamos: '¿Por qué no destinar el dinero de los regalos a una causa noble, como comprar libros para escuelas de Caazapá?’. Entonces les comentamos a nuestros invitados de nuestro propósito”, cuenta Rafa.
Nace una idea
Antes de llegar al nudo y al desenlace, como toda historia, la que protagonizó esta pareja también tiene una introducción, que se empezó a gestar en la amistad de años de Rafa con Robert Cano, miembro de Juntos por la Educación. “Nos reunimos a tomar un café y él nos comentó sobre el proyecto Leo, Pienso y Aprendo, una modalidad de enseñanza en la cual se guía a los profesores día a día, paso a paso, en el desarrollo de las clases”, relata Rafa.
La metodología de Leo, Pienso y Aprendo rompe muchas barreras. Por ejemplo, la ubicación del profesor detrás de un escritorio y en una posición más elevada que sus alumnos, se sustituye por el docente sentado al mismo nivel de los educandos y estos en un semicírculo. Todos participan activamente de la clase, incluso el koygua, arquetipo de la histórica timidez del paraguayo, detalla el recién casado.
Antes de decidirse por la iniciativa de los regalos de boda, esta pareja acompañó a Robert Cano a Caazapá para ver el programa en acción. La elección del lugar fue una decisión de Juntos por la Educación, por ser Caazapá el departamento más pobre del país, y por ende el más necesitado.
“Pasamos un día en Caazapá, en la ciudad y en las afueras. Encontramos colegios que ni siquiera tenían baños”, revela él. Pero también descubrieron que con el método adoptado había mucha más cercanía del profesor con los niños, se eliminaba la barrera del pupitre y las tareas se hacían en equipo, de manera colaborativa; incluso los exámenes, porque así eliminaban la competencia y el individualismo. Inmediatamente se enamoraron de la metodología.
“Robert nos mostró todo eso y nos dijimos: '¿Dónde entramos nosotros?’. El proyecto no abarca Matemáticas, pero nos comentó que existía otro emprendimiento, de la JICA, que se estaba desarrollando con éxito en 13 distritos del departamento de Cordillera, para capacitar a los profesores en la materia, pero no tenían presupuesto para comprar los libros de MaPara (Matemáticas para el Paraguay), en el marco del proceso de Leo, Pienso y Aprendo”, relata Verónica.
La elección de Matemáticas como el área de la educación tiene que ver también con la historia de esta pareja. Ella es economista con una maestría en Economía Financiera y él es graduado en Administración de Empresas y en Derecho. Saben, por experiencia, que los números no suelen ser el fuerte de los estudiantes paraguayos, casi siempre por falta de una pedagogía adecuada.
Aprender a tener un razonamiento matemático no solo es útil en la formación académica, sino que también se puede aplicar en otros aspectos de la vida, asegura Verónica. A la pareja le pareció que hacia ese campo de la ciencia debían dirigir sus afanes y que los materiales que pensaban financiar tenían que ser en esa área.
Toda una ceremonia
La boda estaba fijada para el 1 de abril pasado y la parte de la historia que contamos pasó un mes antes de esa fecha, aunque las conversaciones con Robert venían desde febrero de este año. Algunos amigos del futuro matrimonio, que habían venido a pasar las fiestas de fin de año a Paraguay, ya dejaron sus regalos por adelantado.
“Como ya teníamos todas las comodidades básicas, cuando recibimos los primeros regalos nos dimos cuenta de que no nos hacían falta. Poseíamos lo suficiente y ambos estamos convencidos de que la clave está en eso, en lo suficiente, porque si es por acumular, hay infinito, nunca llegás al final, es el camino directo a la infelicidad”, asevera Rafael.

El plan de dotarle de un propósito a la unión se enlazó con la posibilidad de obtener recursos para el proyecto que estaban moldeando. Escribieron a sus amigos y les pidieron que no les regalen nada, que preferían recibir solo donaciones en efectivo para la causa.
“Abrimos una cuenta específica porque casi nadie creía en el proyecto, ni siquiera mis familiares. Pensaban que alguien iba a quedarse con la plata y terminaría en un negociado. Es que vivimos en una paranoia, la desconfianza gana. Les aseguré que yo sería el responsable de negociar con la imprenta y quien rendiría cuentas”, explica él.
Hicieron el siguiente cálculo: tenían unos 350 invitados, la mayoría treintañeros, quienes –según Verónica y Rafael– suelen regalar por valor de unos G. 300.000. Algunos aportarían menos y los familiares más. El promedio estimado era razonable.
“Queríamos imprimir libros para niños de primero, segundo y tercer grados de todo el departamento, unos 1.000 niños por grado; en total, 3.000 libros. Y además comprar la guía para los docentes y los cuadernillos de trabajo para todos”, agrega Vero.
El presupuesto era de unos G. 100 millones, una meta que les pareció alcanzable. En el mensaje a sus amigos decían que querían juntar G. 110 millones. Pero a pesar de la generosidad de muchos, algunos de los cuales seguían haciendo llegar sus aportes un mes después de la boda, la meta no se pudo alcanzar. Solo juntaron G. 36 millones.
Fue a Robert a quien se le ocurrió sortear el problema haciendo que la principal herramienta del proyecto, los profesores, sean los protagonistas. Acordaron darle a cada docente sus respectivas guías y los cuadernillos, para que ellos pongan estos últimos a disposición de los padres.
Entonces el plan dejó de ser asistencialista. Dándole los libros a los profesores, iban a llegar a los niños. Y con la intervención de los padres, accederían a los materiales mediante el pago de una suma a su alcance. Imprimir los cuadernillos de 42 páginas cuesta G. 10.000 como máximo en una imprenta del interior del país, un importe razonable.
“Cuando entregamos los materiales, los docentes estaban muy agradecidos y se veían muy comprometidos con la causa, desbordaban alegría. Hacían cola y nos pedían que les dedicásemos el libro. En la dedicatoria pusimos: “Creemos en vos”. Y les pasábamos la mano a cada uno. Que percibiesen que se confiaba en ellos fue muy poderoso”, remarca Rafael.
Objetivos nobles
Una idea, un proyecto nacido con el fin de darle un propósito a un matrimonio, en el camino se convirtió en algo que trascendió el objetivo inicial, pues, según sus protagonistas, darle un porqué a la decisión de compartir su vida encuentra en acciones como las encaradas por Vero y Rafa “un elemento de unión muy fuerte”.
Y en el campo de la educación formal, puede generar una revolución cultural en Paraguay, “no para que (los estudiantes) se vuelvan multimillonarios exitosos, sino para que encaren la vida sin miedos, para ser más felices”.
Esta pareja quiere que otros jóvenes “compren” la idea, que se ponga de moda la iniciativa que crearon, como agradecimiento y como lazo de unión matrimonial. “La democracia no consiste solo en poder manifestarnos en las calles; el objetivo es mucho más profundo, es tener igualdad de oportunidades”, coinciden. Para que la educación sea más equitativa.

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Agradecidos
“Es un sentimiento de gratitud por encontrar el amor: por eso decidimos devolver esa gracia, esa bendición de haber hallado la pareja ideal, dando. El sentimiento de gratitud se refleja en el dar, y fue así que decidimos que nuestro matrimonio debía tener un propósito más allá de nosotros dos y que diseñase nuestros valores como familia”. Verónica Porro.

Presupuesto
“Lo bueno es que si este proyecto se prueba exitoso, vamos a tener hasta 3.000 niños cuyos padres estarán pidiendo que el MEC incluya en el presupuesto de 2018 los rubros para los libros”. Rafael Fernández.