En economía existe lo que se denomina “efecto derrame”, que explica cómo el crecimiento del producto interno bruto (todos los bienes y servicios producidos en un año) llega a los diferentes niveles en una sociedad.
Supongamos que Paraguay es una gran pirámide. Si echamos una jarra con agua lo primero que se va a mojar es obviamente la punta (el sector más rico). Luego, de acuerdo a cómo se vaya canalizando este líquido, irá descendiendo hacia los niveles inferiores.
El Banco Central del Paraguay estima que la economía crecerá 4% este año y para entender quién se beneficia hay que mirar los segmentos. La agricultura, por ejemplo, crecerá 2,5%; en esta cifra prácticamente no se contabiliza el aporte de las familias campesinas, sino solo a la agroexportación.
En el país son apenas 500 grandes productores quienes poseen enormes extensiones de tierras, emplean a muy poco personal y aportan casi nada al fisco. ¿Por qué?, y sencillamente porque no hay voluntad política para incrementar el impuesto a los granos y, además, hasta Hacienda reconoce que con erosiones fiscales logran pagar menos de lo que deberían. Entonces, este 2,5% le beneficia casi exclusivamente a ese grupo de terratenientes.
Otro de los motores de la economía es el área de la construcción, de la que se espera un crecimiento de hasta 18%.
Este sector emplea a mucha mano de obra, pero los trabajos son temporales, por lo tanto su efecto goteo a esta mano de obra menos calificada dura lo que tarda en culminar una construcción.
Incluso, como se diversifican los trabajos en vidriería, albañilería, plomería, electricidad, etc., los obreros una vez que terminan su parte tienen que volver a buscar trabajo.
El sector de energía de las binacionales es otro de los grandes impulsores del 4%. Gran parte de esos mayores recursos por venta de energía se utilizan para el pago de compromisos de deuda externa.
Lo que sobra se destina a royalties y Fonacide. Ese dinero tendría que llegar al ciudadano a través de obras encaradas por municipios y gobernaciones. Sin embargo, se malgasta o directamente se esfuma de manera impune.
La Contraloría cada tres meses reporta que por lo general hasta el 60% de los gobiernos locales ni siquiera explican a qué destinaron estos recursos; sin embargo, Hacienda nunca cesa de hacer las transferencias, pese a que la ley le obliga a suspender ante esta falta.
En síntesis. La próxima vez que escuche que creceremos un 4% visualice la imagen de la pirámide. El rol del Estado es ser como una canaleta que transporta el agua hasta el nivel más bajo; el problema es que está tan taponada de burocracia y corrupción, que con suerte al paraguayo de a pie le alcanzan un par de gotas.